En La Penúltima es fácil tomarse varias veces esa mítica penúltima copa. Es una antigua bodega reconvertida en bar gay, mantiene la solera y las barricas de vino, añadiendo Pantojas y Barbies. Es un local kitsch, cómodo, normalmente muy animado y de público heterodoxo, en el que son realmente simpáticos, también con los canes. Los SrsPerros son muy bienvenidos pero, un consejo: mejor evitar las 'horas puntas', los fines de semana de madrugada, entonces está muy lleno y podría resultar incómodo.
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