Un feliz paseo por el campo puede transformarse en una visita de urgencia al veterinario si no tenemos cuidado con las temibles espigas. No fue el caso de Tía que lo pasó en grande sin más pero por eso mismo es importante revisar bien a nuestros perros si hemos estado en alguna zona donde hay espigas, sobre todo cuando empiezan a estar secas: un buen cepillado es primordial, pasando antes las manos por todo su cuerpo para así verificar bien que no hay ninguna espiga por ningún sitio, poniendo cuidado en mirar bien sus almohadillas, entre los dedos, también sus orejas, la cavidad nasal, la boca e incluso los ojos porque las espigas se pueden clavar en todas estas zonas.
Hay que estar particularmente atentos, tal y como explican en detalle en Tiendanimal, cuando las hierbas y malezas empiezan a amarillear, que es cuando las espigas están listas para soltarse por el viento o el roce.
Las espigas son MUY peligrosas (aunque son casos extremos, algunos veterinarios advierten que podrían llegar a causar la muerte de un perro.
Lo aclaran desde Hospital Veterinario Puchol:
"Por su forma de flecha, cuando se clavan siempre tienen tendencia a avanzar, provocando un trayecto fistuloso a su paso y pudiendo llegar a zonas como bronquios, pulmones o cavidad abdominal, provocando graves infecciones en la mayoría de los casos."
Las espigas o los fragmentos de espigas se clavan en el pelaje y se introducen a través de la piel o de los orificios del cuerpo y además pueden transportar bacterias desde el exterior al interior del cuerpo del can, explica Healthepet veterinaria (podéis ver su segunda entrega sobre las espigas aquí)
Estos son los síntomas más frecuentes y ante los que debemos estar alerta:
- Si ladea la cabeza o se sacude con frecuencia, si se rasca la oreja... puede que le haya entrado una espiga en el oído.
- Si tose o estornuda constantemente, si se frota el hocico... puede que tenta una espiga en la nariz.
- Si tiene el ojo inflamado o lloroso, puede ser por la misma razón, una espiga clavada.
En este vídeo de Elvet Centro Veterinario detallan los síntomas y también cómo debemos revisar a nuestros canes tras regresar de un paseo por el campo:
Ante cualquiera de estos síntomas hay que ir al veterinario de inmediato para que puedan explorar a nuestro perro y, en caso de que sea una espiga, extraérsela lo antes posible.
NO intentes quitársela tú, podrías agravar el problema. Y no esperes al día siguiente, cuanto más tiempo pasa, más se incrusta la espiga y más le dolerá a tu perro.
En Hospital Veterinario El Bosque han compartido el caso de un can al que tuvieron que anestesiar para quitarle numerosas espigas, aquí podéis ver cómo es el proceso de extracción.
Es recomendable recortar un poco los pelos de las patas y en el interior de las orejas para que sea más complicado que se le enganchen espigas. No hay que exagerar tampoco porque no es buena idea rapar a los perros sin más.
Hay quien coloca un poquito de algodón, con cuidado, en la oreja del can para evitar que no se le metan ahí las espigas.
Y, como decíamos al comienzo, revisar muy bien a nuestro can tras el paseo, esto no evita el problema pero podría evitar la visita al veterinario si al cepillar y acariciar a nuestro perro podemos quitarle alguna espiga que quizá solamente se haya pegado al pelaje, etc. sin aún haber hecho herida.