Emma Roo solo tiene tres años pero se podría decir que en este corto tiempo ha vivido varias vidas: a esta dálmata la rescataron de un matadero en China cuando ya le habían cortado las patas y parte de la cola. Por lo visto, entre los comerciantes de carne de perro existe la creencia de que cortar las extremidades de un animal produce adrenalina y esto ayudaría a que el resto de su carne estuviera más blanda. Entonces pasó dos años con una familia pero, por alguna razón, fue devuelta a la clínica veterinaria donde cuidaron de ella tras su rescate. Y ahí fue como Emma empezó su siguiente vida, la que tiene ahora, feliz y querida, en Carolina del Sur, EEUU.
Le costó un poco dejar atrás los miedos y el pasado tan doloroso que ha tenido pero con cariño y paciencia Emma se fue adaptando.
Así de feliz está ahora con su nueva familia, con la que está aprendiendo a disfrutar de la vida como una perra loquita.
Sus humanos se están ocupando de que pueda correr a su aire sin lastimarse, porque no siempre hay arena de playa para amortiguar sus pasos:
Tanto a través de masajes como así, nadando, es como Emma coge fuerzas para manejar con soltura su nueva silla de ruedas: necesita un poco de terapia extra porque había empezado a compensar la ausencia de sus patas delanteras poniendo demasiado peso en las traseras y esto hacía que le fuera más complicado adaptarse a la silla.
Su familia aprovecha su creciente fama en redes sociales para seguir concienciando sobre el horror que viven los canes que caen en las redes del comercio -muchas veces ilegal- de carne de perro.
También recaudan fondos para ayudar a las organizaciones que se ocupan de los perros que, como Emma, han sido rescatados.