Tener muy clara la normativa oficial sobre perros de asistencia -y muchas veces sobre perros en general- es importante. Y sería de agradecer que las personas que trabajan en espacios donde pueden acceder los animales también conocieran las normas para evitar incidentes como el que le sucedió a esta chica (y multitud de otros incidentes desagradables)
Andrea tiene diabetes e hipotiroidismo y por eso a su lado desde finales de 2021 está su Jack Russell Ibi, que es una perra de alerta médica oficialmente entrenada y certificada por Fundación Canem, la organización especializada en formar a perretes para que ayuden a personas con diabetes tipo 1 o epilepsia.
En la foto que compartieron desde Fundación Canem podéis ver la emoción de Andrea (a la derecha) cuando Ibi llegó a su vida.
En estos vídeos explica y muestra cómo Ibi detecta que ha sufrido un cambio en sus niveles de azucar y avisa, ladrando.
El problema llegó un día del pasado verano cuando Andrea tuvo que desplazarse en su ciudad, en Málaga, y coger el Metro. Lo ha contado hace unos días en sus redes.
Previamente se había informado sobre el reglamento en este medio de transporte donde, específicamente, indican que se permite el acceso con perros en transportín pero también el de "Perros adiestrados para asistencia personal especial". En concreto, "se permite el acceso de perros especialmente adiestrados como asistentes, acompañando a personas que presenten algún tipo de discapacidad por la que pudieran precisar de ayuda para su autonomía o para avisarlas de situaciones de riesgo."
Los canes tienen que ir sujetos, lógicamente, y "la persona responsable deberá disponer de la documentación que acredite la necesidad de ser acompañada por un perro de asistencia, y de la correspondiente a la certificación de entrenamiento especial, como por ejemplo, perros entrenados para la detección anticipada de una hipoglucemia en personas diabéticas."
Andrea tenía toda la documentación e Ibi llevaba su arnés que la identificaba como perra de alerta médica.
No sirvió de nada... Le tocó alguien que no conocía las normas y tras cansarse de explicárselas, Andrea optó por salir del metro y regresar andando a su casa.
Lo bueno es que en este caso ese desagradable incidente ha tenido consecuencias positivas: cuando Andrea volvió a casa, su madre llamó al Metro de Málaga para quejarse por lo que había sucedido y ellos se disculparon profusamente, dado que sus normas claramente permiten el acceso de perros de alerta médica.
Desde entonces Andrea e Ibi viajan en metro en Málaga con tranquilidad porque ahora ¡¡todos reconocen a Ibi, la pequeña perra de alerta médica!!
De hecho, como explica Andrea, tuvieron otro incidente con un guardia de seguridad pero se resolvió a la rapidez del ladrido, es un decir :-)
Aunque no fuera su objetivo, Andrea e Ibi han conseguido, a través de ese mal rato, que muchos conozcan la importancia vital de los perros de alerta médica y para que, de paso, tengan claras las normas de acceso en el Metro de Málaga.
Hay mucho desconocimiento aún sobre la normativa que rodea a perros como Ibi, a todos los perros de asistencia en general. Y por eso siguen siendo frecuentes las situaciones de discriminación-no solo en España, hay incidentes en todo el mundo dado que cada vez hay más perros entrenados para ayudar a las personas.
A veces resulta que las normativas aún no tienen en cuenta a estos canes (como también explica Andrea en sus vídeos, ella no puede subir al autobús en Málaga con Ibi porque solo tienen acceso los perros guía, no los perros de alerta médica) pero muchas veces se trata de discriminación pura y dura.
Es importante dar visibilidad a estos problemas, quizá así más personas comprendan que los canes son mucho más que "mascotas", son compañeros de vida y también, debidamente entrenados, son aliados indispensables para millones de usuarios de perros guía o perros de asistencia y alerta médica.
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