Missy fue rescatada con unas heridas tremendas, abandonada en una zanja. Pero gracias a los cuidados y al cariño de un equipo de humanos estupendos, Missy se recuperó y mientras estaba en su casa de acogida, poniéndose bien del todo y aprendiendo a ser una perra del todo feliz visitó una residencia de ancianos. Y su destino cambió para siempre.
Los humanos le salvaron la vida a esta perra y ahora Missy es feliz repartiendo cariño a otros humanos que están felices de recibirlo.
Y, a través de la historia de Missy hemos descubierto que en estos centros para personas mayores hay muchos otros perros. De hecho no solo son pet friendly sino que en sus residencias intentan que siempre haya o un gato o un can adoptado. Ojalá algo así fuera más frecuente y ojalá empiece a ser una realidad también en España.
La buena noticia es que sí hay muchas iniciativas por las que perros de terapia acuden a centros de mayores, incluyendo por ejemplo las que llevan a cabo desde Fundación ACavallpara ayudar a personas con parkinson o con alzheimer.
Residencias de toda España cuentan con ese apoyo perruno extra para mejorar la calidad de vida de los mayores. Esperemos que algún día no lejano sea posible que en muchos otros centros pueda haber más rabillos felices.