Con solo siete años Lilee ha vivido mucho más que otros niños, que otros adultos realmente porque ella nació en China, con albinismo, y quizá por ello fue abandonada. Estaba en un orfanato cuando su foto enamoró a una familia de Mississippi que había decidido adoptar. A ellos les daba igual que tuviera albinismo o problemas oculares: viajaron a China y formalizaron la adopción. Lillee era ya su hija.
Entonces, cuando tenía cinco años, un día de pronto Lillee perdió el uso de sus piernas y el habla: descubrieron en ese momento que la niña había sufrido varios derrames.
Lillee tuvo que ser operada de urgencia, pasó por una intervención realmente compleja y después tuvo que volver a aprender a andar, a hablar...Un proceso difícil, lento, pero que ella afrontó con todas sus fuerzas.
Fue entonces cuando su familia se planteó la posibilidad de que un perro guía pudiera ser una ayuda para Lilee.
Y así llegó Sally a sus vidas, la perra que ha cambiado su realidad, la perra que saca lo mejor de Lillee y que le ha dado la independencia que necesita para seguir creciendo, sintiéndose segura.
Cada pequeña gran historia protagonizada por un perro de asistencia o un perro guía demuestra la libertad y la independencia que regalan a tantísima gente. Cambian vidas con su compañía y ayuda.
No solo ayudan a personas invidentes a moverse por el mundo, además aportan confianza y ánimo y felicidad, tanto para las personas que necesitan a ese perro de asistencia como para sus familias.
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