Este jovenzuelo American Bully ha tenido una gran suerte: él ha encontrado a la familia perfecta, tanto humana como perruna. Desde el primer día tras su adopción, Bronson se pegó a Kush, su nuevo compañero perruno, y empezó a demostrar -con lametazos y moviendo todo su cuerpo- lo que sentía por la pareja que le ha dado un (buen) hogar. Y pese a su envergadura, él parece estar convencido de que es un perrillo faldero porque ¡no se separa de sus humanos! Cuanto más cerca, mejor.
Bronson es un personajazo, tan imparable como pegajoso con sus humanos. Y es que aunque una mayoría de perros pueda no apreciar especialmente el ser achuchados y abrazados, hay una minoría que directamente lo necesita.
Y si no, mirad a esta gran bola perruna amorosa:
En el reportaje que le ha dedicado The Dodo podréis conocer más sobre este genial perro y su familia.
PD: La foto que encabeza el texto es del Concello de Pontevedra, en cuya web podréis ver más imágenes del paso de estos peregrinos por la localidad.