Este relato es todo menos blanco y negro, está lleno de áreas grises, de decisiones muy complicadas y dolorosas, alguna probablemente ilegal pero no por ello inhumana: lo sucedido es tan improbable que parece una película pero no, es real... A ver qué opináis vosotros. El resultado es que una familia que creía haber perdido a su perra -porque ellos mismos habían solicitado su eutanasia- la han recuperado, sin ningún tipo de enfermedad terminal, seis meses después.
Zoey, una Bóxer de unos 9 años, empezó a tener convulsiones y en su lomo crecía y crecía un bulto. Todo parecía indicar que era un tumor.
Su familia pasaba por un momento complicado: se habían quedado sin hogar y el padre estaba en la cárcel.
Por eso, para evitarle más sufrimiento a sus hijos, Tawny Coates pensó que lo mejor sería que no vieran sufrir a Zoey; ella estaba convencida de que lo que tenía era cáncar.
Coates no tuvo fuerzas para hacerlo pero le pidió a su padre, Larry, que fuera al veterinario y que pidiera que sacrificaran a la perra.
Su padre fue a Bayview Animal Hospital y tras hablar con una veterinaria y pagar $ 215 volvió a casa, sin Zoey. En teoría la perra había sido eutanasiada e incinerada.
Aquí es donde los relatos ya no coinciden, como comentan en la prensa y en este reportaje en vídeo que os dejamos a continuación donde han entrevistado a todos los involucrados en la historia.
La veterinaria que atendió a Larry explica que a ella le quedó claro que esa familia no quería a la perra: trató de explicarles queZoey podría aún vivir muchos años más y ofreció diversas alternativas pero, según ella, el padre de Coates insistía en que la perra debía ser sacrificada.
Esto no es lo que cuenta Larry Coates: él dice que en la clínica no le propusieron ninguna opción más allá de la eutanasia.
Entonces, la veterinaria le cobró los $215 previstos pero en vez de sacrificar a la perra lo que hizo fue contactar con una protectora para saber si podrían hacerse cargo de la perra e invertir el dinero en operarla para quitarle la masa que había crecido en su lomo.
Y la perra se recuperó, sin problema. Tal y como admite la propia veterinaria, sí, debería haber contactado con la familia pero... no lo hizo. En vez de eso, el can, bajo la tutela de una protectora, entró a formar parte de la lista de perros adoptables.
Ahí fue donde la encontró su familia: pasados unos meses Tawny Coates pensó que podrían adoptar a otra Bóxer, sus hijos lo agradecerían... Al mirar en el facebook de una protectora dedicada a los bóxervio a una perra que se parecía mucho a Zoey.
Podéis ver el resto de la historia en el vídeo.
Aunque no sea el caso de la familia Coates y de Zoey, esta historia también puede servir para ilustrar la importancia de cambiar el estatus legal de los perros: si son cosas, su dueño es quien tiene todo el derecho de decidir qué hacer con ellos y un veterinario no puede, en teoría, optar por no sacrificar a un animal aunque considere que ese perro, como Zoey, no tiene una enfermedad terminal. Por eso es legal -tanto en España como en EEUU o el Reino Unido- la eutanasia por comodidad.