Nathan Batiste es un fotógrafo de San Francisco con una cierta pasión por las nubes, lleva ya unos 400 saltos en paracaídas en su CV y hace unos días completó un salto diferente, junto a él iba Riley, su salchicha, un can adoptado que tiene casi cuatro años.
Cuenta que el centro de paracaídas al que va normalmente es un lugar perruno, mucha gente viene con sus canes. Riley normalmente se quedaba en tierra pero -dice su dueño- le seguía al avión y parecía interesado por sumarse a la aventura, Así que Batiste decidió pedirle a un amigo que le hiciera un arnés especial para el can.
Equipado con unas doggles y bien pegado a su humano, Riley acompañó a Batiste. Podéis ver todo el proceso en este vídeo:
Según Batiste, su perro disfrutó de la experiencia, sobre todo cuando ya había abierto el paracaídas e iban flotando de vuelta al suelo.
A mí me surgen dudas cuando veo algunos de estos vídeos de canes volando. A veces sí parecen estar relajados pero otras... otra más bien no, como el vídeo de Whisper, una perra a la que su dueño lleva a hacer un salto BASE.
Dean Potter, el dueño de Whisper, está convencido de que ella disfruta. Yo no lo tengo tan claro.
Creo que los perros siempre están más felices junto a sus humanos pero también entiendo que hay actividades que requerirían una cierta aclimatación para que el can pueda, realmente, disfrutar. No tiene porqué no pasárselo bien volando con su dueño, quizá sea como una gran ventanilla de coche, pero ¡me da bastante vértigo verlo!
Sí, a mi esto no me convence mucho. Una cosa es que su can quiera irse con él, que es normal. Ve que su humano se larga y se dice "hey, me voy contigo", otra cosa es que el perro "quiera" lanzarse al vacio. Esa es una decisión que toma el humano por el perro, y no me parece acertada. Creo que es un caso de querer demasiado a tu perro y tener ideas que no son las más adecuadas.