Marylin ahora se llama Angel y parece otra perra. Porque cuando la encontraron, sola y aterrada, en una casa abandonada, no quería que nadie se acercara, su nivel de estrés estaba desatado... Cuando la llevaron a una perrera, empeoró: su ansiedad era evidente, no paraba de dar vueltas en torno a sí misma. Allí trataron de ayudarla pero no lo conseguían: no hacía más que empeorar y temían que si seguía allí más tiempo, corría el riesgo de ser sacrificada. Por eso pidieron ayuda a otra organización.
Marylin tuvo la suerte de que Richmond SPCA se hiciera cargo de su caso: en el vídeo podéis ver cómo una educadora trabajó con la perra durante dos meses, de forma constante, para conseguir que aprendiera a comunicarse con las personas, para poder calmarla cuando se ponía nerviosa, para devolverle la posibilidad de ser una perra feliz.
Es una pasada ver el cambio que ha dado Marilyn, ahora se llama Angel y tiene una familia estupenda.
Ojalá, ojalá todos los perros con problemas de comportamiento pudieran tener esta misma suerte.
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