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Lanza una campaña para permitir que los perros visiten a sus familiares en el hospital

Lanza una campaña para permitir que los perros visiten a sus familiares en el hospital

Última actualización del articulo el día 19/10/2016

Algunos, aunque muy pocos, hospitales españoles ya cuentan con la colaboración habitual de perros de terapia, canes debidamente entrenados cuya labor es realmente útil. Para muchos es evidente que el vínculo entre una persona y su perro puede resultar terapéutico, así lo han reconocido en un hospital de Ontario que permite que los pacientes que lo soliciten puedan recibir la visita de su propio can. Y también trabajan en ese sentido en el mayor hospital de Bélgica a través de un proyecto precioso, Villa Samson. Sin duda sería un avance espectacular que iniciativas así también calaran en España, por eso os hablamos de la petición que ha lanzado Luis Carlos en Change.org para intentar conseguir que sea posible que los perros visiten a sus familiares en el hospital. Aquí podéis verla y sumar vuestra firma. Él lo ha hecho después de vivir una experiencia personal que le ha demostrado el gran apoyo emocional que proporcionan los canes y lo importante que sería poder tenerlos cerca en momentos así de duros.

Comparto aquí un fragmento el texto que ha publicado Luis Carlos, podéis leer su relato íntegro aquí, en facebook.

"Empezaré por contaros que tengo un perro de raza Pastor Alemán, de ocho años, llamado Balco, el cual nunca deja de sorprenderme en su día a día. Más que nada porque no es un perro fácil, pero bueno eso lo dejaremos para otra ocasión, ya que muchos de vosotros lo habéis conocido.

Pues bien, siempre entre Balco y Fidel hubo una atracción y química especiales. Fidel, con sus ochenta y dos años, siempre entendió y comprendió a Balco. No tenía conocimientos ni formación alguna sobre el manejo y cuidado de los perros, pero sí poseía algo muy importante: una complicidad mutua, que destilaba cariño, compañía y un entendimiento sutil entre ambos, bastaba con un simple gesto o una mirada. Y cómo lo sé, diréis. Pues, muy sencillo, nada más que hacía falta verlos juntos para notar lo que se transmitían ambos. Aquí podríamos hablar de emociones, sentimientos, etc.

Descubrí por mediación de Balco, que algo malo le ocurría a Fidel. Aquél cada vez que le veía se le juntaba y no se separaba, cosa normal. Mas lo que no era normal fue el cambio en su delicadeza y manera de acercarse a la persona de Fidel. Siempre con cuidado y procurando no dañarle durante el juego, y cómo se tumbaba a su lado. De siempre le enseñamos a no subirse al sofá, pero un día con mirada tierna y viendo el sufrimiento por el dolor de la enfermedad de Fidel, se acercó y, de manera sigilosa y cariñosa, se subió al sofá junto a él y se tumbó apoyando la cabeza entre sus piernas. Imagen muy tierna y conmovedora, yo automáticamente le pregunté si el perro le molestaba y él tan solo me dijo: “ Justo al rato de apoyarse en mí, he empezado a notar un alivio del mismo…”

Otro día, ya ingresado en el hospital Fidel, enganchado aún al gotero con medicación, pude vivir otro instante mágico junto a él, fue cuando una enfermera para intentar distraerle un momento le preguntó, que si no tenía una mascota, y ahí fue donde él empezó hablar de su perro Balco. Pasamos momentos de alegría y risas, pues empezó a contar cómo él y su perro se entendían a la perfección y cómo disfrutaban juntos. Es más, llegado un punto de la conversación, le pidió a la enfermera si podían traerle a su perro a la habitación, cosa que por los protocolos y prevenciones en la planta de cuidados paliativos fue imposible.

Nosotros, siempre que íbamos a verle, le llevábamos grabado en el móvil algo de Balco. Justo al entrar en la habitación lo primero que preguntaba -¿Y el perrito, cómo está? Entonces, nosotros empezábamos a hablarle de lo que hacíamos todos los días como rutina y las actuaciones habidas con él, lo cual le hacía prestar suma atención, para después finalizar siempre con esta frase: “Perro tan bueno como éste, no tendrás”.

Ya al final de la enfermedad, cuando apenas podía pronunciar palabra alguna, una noche me miró y yo muy atento, él tan solo me dijo, con voz apagada: - ¿ Y el perrito…? - A la vez que esbozaba una tierna sonrisa, fue lo último medio claro que por susurros pude oír de sus labios."

 

Petición en Change.org Permitan que nuestros perros puedan visitarnos en el Hospital, son un apoyo emocional.