Junio de 1987. David Bowie estaba en Madrid, de gira, junto a Peter Frampton que era, en ese momento, su guitarrista. Ambos pasean por el centro de Madrid en busca de un lugar en el que tomarse unas cañas... un paseo memorable que no pasó desapercibido, claro; les persigue una horda de curiosos.
En este fragmento de su ruta Bowie está a punto de entrar a un bar cercano a Santa Ana cuando algo le llama la atención y decide que ese lugar no merece la pena, que ahí él no va a entrar. ¿Qué le causa rechazo?
¡Una pegatina de prohibido perros!Hasta el Duque Blanco lo tenía claro: donde no son bienvenidos los perros, los humanos, seguramente, tampoco pasarán un buen rato.
Diamond Dogs for ever. David Bowie for ever.
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Y volviendo con Bowie, aquí podéis ver el paseo completo, porque contemplar al gran Bowie siempre es un placer.
PD La foto que ilustra el texto es parte de la sesión que hizo Terry O'Neill con Bowie.
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