A Joy la encontraron en una cuneta: había sido atropellada, tenía dos patas destrozadas, dolores atroces y no podía moverse. Han podido operarla pero aún le queda mucho camino por recorrer hasta que pueda andar.
Al menos lo hará en buena compañía, está en una casa de acogida y su nueva humana se ocupa de que pueda ir al mar, cada día, para nadar y así empezar a recuperar el uso de sus patas. Es, cuentan, una buenaza, cariñosa y simpática pese a lo mucho que ha sufrido físicamente.
No es fácil ver lo mal que lo pasó la pobre perra pero desde la protectora que se está ocupando de ella -SPAZ en Grecia- se muestran optimistas sobre su futuro. En su última visita al veterinario han podido ver cómo va mejorando. Aún le quedan semanas de terapia y de relax.
Mirad cómo está Joy en su casa de acogida... disfrutando del sofá y del cariño y del solecito.