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Los errores que con más frecuencia cometemos con los perros: una charla con Santi Vidal y Eli Hinojosa

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Última actualización del articulo el día 17/12/2021

Santi Vidal y Eli Hinojosa son educadores caninos con décadas de experiencia, han ayudado a cientos de perros y a sus familias, colaboran constantemente con protectoras y, desde hace años, también forman a futuros educadores a través de Más que Guau -donde ofrecen seminarios y cursos muy recomendables y donde también tienen una estupenda residencia canina.

Por encima de todo, su motor es el bienestar de los perros y no pierden ninguna oportunidad para intentar educar, en positivo por supuesto, a todas las personas perrunas que se cruzan en su camino.

Desde SrPerro he querido charlar con ellos un rato para saber cuáles son los errores que con más frecuencia cometemos con los perros, incluso sin saberlo.Porque ahora hay mucha información flotando en el ambiente, mucho "educador canino de parque" y esto suele tener consecuencias negativas para los perros...

"Hay amores que matan", dice Eli Hinojosa. Y Santi Vidal agrega: "Muchas personas actúan de buena fe pero lo lastimoso es que no se dan cuenta que puedan estar perjudicando a los perros. Esto cobra más relevancia en función de la edad del perro: en edad de desarrollo, los errores tienen un precio más caro."

 

Muchas veces queremos perros perfectos en vidas imperfectas: tener un perro es una magnífica excusa para poner un poco en orden nuestras vidas. Para afrontar algunos desórdenes que todos tenemos. Lo que no podemos pretender es meter a los perros en una vida llena de estrés, inseguridades, etc... y que se adapten sin más ¡el milagro es que no haya más perros con problemas!

Los perros, dicen Santi y Eli, se pueden adaptar a casi todo pero los problemas surgen cuando no les damos la oportunidad, cuando no les dejamos desarrollarse. Tendemos a coaccionar y a limitar la libertad de los perros en exceso, algo que les genera estrés.

El primer error: las correcciones y castigos

Hay que poner límites, obviamente, pero muchas personas se equivocan porque en vez de aprender a evitar situaciones problemáticas, en vez de anticipar, optan directamente por las correcciones y los castigos. Utilizar correcciones y castigos es la mejor manera de fastidiarlo todo.  

Una de las primeras cosas que deberíamos cambiar las personas es nuestro mal humor, nuestra imposición sobre los perros, el uso de correcciones y castigos no lleva a ninguna parte. Nos hace sentir que hemos ganado la batalla pero es que no hemos venido a batallar con los perros, hemos venido a convivir.

Castigar o corregir en realidad es añadir más o menos miedo para que una conducta se detenga o que se reduzca su frecuencia. Y añadir miedo en la vida de los perros NUNCA es una buena idea.

Una corrección no es corregir algo que está mal, en el caso de la (mala) educación canina es convertir algo -una conducta- en algo que está mal, a través del miedo. 

El uso de la fuerza es muy frecuente: tirones de correa, pataditas, etc. Utilizar correcciones que el perro perciba como un castigo es enseñar a un perro a tener miedo de algunas situaciones, esto no es buena idea.

Hemos confundido educar con que el perro nos tema.Demasiadas veces el modelo de educación canina es ese, enseñar a los perros que es peligroso confiar en nosotros, que en algunas situaciones nos vamos a enfadar.  

A la gente le encantaría tener un vínculo perfecto con su perro y con toda su buena voluntad lo hacen dándoles premios o jugando con ellos pero esto crea vínculos perfectos hacia la salchicha o hacia la pelota.

El vínculo perfecto entre seres vivos se fundamenta en la ausencia de miedo, en la confianza y en la comunicación.

La factura del miedo

Tanto en humanos como en perros la factura del miedo puede surgir sobre la marcha o llegar mucho después. Los perros pueden expresar su miedo en el mismo momento o más adelante: tendremos un perro más reactivo, más nervioso... el miedo va acumulando estrés en la vida de los perros.  

Hemos estudiado a fondo el tema de la ansiedad por separación, porque es cada vez más frecuente. Tiene muchos orígenes pero uno muy importante es ese consejo que aún se da con frecuencia sobre ignorar a los perros... 

Cuando adoptamos un perro o traemos un cachorro a casa nos dicen que desde el principio sepan las normas y les enseñemos su sitio. Y si su sitio es, por ejemplo, la cocina y cerramos la puerta y el cachorro se pone a ladrar o llorar, que no abramos hasta que se calle.

¿Cuál es la realidad? Que el cachorro está aprendiendo es que estar solo es terrible. Que haga lo que haga, no puede escapar de ese miedo. También está aprendiendo que nosotros no vamos a ayudarle.

Los perros no están diseñados para estar solos. Hay que enseñarles la soledad de manera gradual y sin que aparezca el miedo. Porque ese miedo queda registrado... y puede salir más adelante.  

 

El segundo error: no escuchar a los perros y ponerles en situaciones excesivas de golpe

Los perros son capaces de adaptarse a casi todo, pero no en todos los momentos de su vida. Especialmente cuando les presentamos las novedades de golpe, en vez de poco a poco.  

Los problemas de comportamiento son muchas veces problemas de inadaptación: no te puedes adaptar a lo que te han presentado de sopetón. Hay que comprender que cualquier proceso de adaptación va a implicar un poco de estrés... pero si lo haces mal, el perro fingirá que todo está bien, pero empezamos a acumular caldo de cultivo para futuros problemas. 

Nosotrostratamos de utilizar siempre la empatía. Cuando hablamos con los tutores intentamos que se pongan en el lugar del perro. Es una gran herramienta. Pensar en perro y darse cuenta que, por ejemplo, para un can, cualquier persona, por bajita que sea, es un gigante.  

Hay mucha gente, incluso profesionales, que se horrorizan por este consejo, ¡cómo podéis comparar los perros a las personas!

Habría que explicar a estas personas que se horrorizan que compartimos con los perros sistema nervioso, compartimos con los perros emociones primarias e incluso si nos apuras, comunicación.

Las señales de calma -que por suerte cada vez más gente conoce-no es algo solo de los perros, es un lenguaje universal. Lo que pasa es que la forma de expresarse de los perros es tremendamente sincera. Los perros utilizan la comunicación para explicar emociones e intenciones. Pero a los humanos nos han enseñado a esconder ese lenguaje, porque expresar tus emociones es debilidad... algo que es una equivocación. Deberíamos copiar un poquito a los perros.

Los perros expresan como se sienten, con la idea de que -como animales sociales que son- si te dicen "me estoy asustando", tú harás algo al respecto. 

Las personas no escuchan a los perros. Otro ejemplo: cuando un perro se cruza con otro y empieza a ladrar como loco seguro que poco antes ese can le ha dicho a la persona que va con él que no está preparado, que ese encuentro le asusta... Por el motivo que sea, ya lo descubrirás con un educador canino.

Cuando el perro estalla, además de no haberle escuchado, lo que hacemos es corregirle.

Muchos de los problemas graves nacen de que los perros no pueden elegir y nosotros les forzamos a ir hacia cosas que les superan, cuando aún no están preparados.

Muchos problemas empiezan a mejorar cuando aprendes a escuchar y observar y ves que tu perro aún no está preparado: haces una pequeña curva, o das algo de distancia... 

Las personas vamos a guerras perdidas, en vez de aprender a anticipar, para saber cómo evitar aquello para lo que su perro aún no está preparado, las personas van en línea recta hacia eso que asusta a su can...

Las personas somos excesivas constantemente y esto les genera estrés a los perros

Cuando la sobreexcitación es masiva al salir de casa, la probabilidad de problemas aumenta exponencialmente. La estimulación excesiva es también un problema creciente para muchos perros.

Las personas generalmente somos excesivas: exceso de atención, exceso de protección, exceso de control... convertimos todo en eventos.

Que ha hecho caca, que vamos a pasear, todo... todo lo celebramos exageradamente, lo convertimos en un evento, sea bueno o malo. Y esto aumenta el estrés de los perros, un estrés que luego no saben gestionar.

Menos es más.

 

La importancia de la libertad, de permitir a los perros elegir

Los perros no tienen ninguna libertad: decidimos cuándo pueden hacer sus necesidades, cuándo deben pasear, dónde deben dormir... Y cuando están en casa es alucinante que encima le digas, ¡a tu sitio! Pero si está en su casa, ¡déjale que se tumbe donde quiera! Incluso hay gente que si su perro está nervioso y se está moviendo por la casa y le grita para que se quede quieto... a ver, ¿tú cuando estás nervioso no te mueves? 

Deberíamos intentar encontrar un punto intermedio para dar a los perros muchas oportunidades de elección. Esto aporta beneficios increíbles para tener perros más estables. Les podemos dar a elegir, por ejemplo, qué comer o qué masticar. En los paseos podemos dejar que ellos dirijan, siempre con seguridad, o darles más libertad con una correa más larga... Podemos permitir que se acerquen a perros -si nuestro can no tiene problemas y el otro tampoco-, que elijan si quieren estar más rato olisqueando algo...

Hay gente que parece que esté en una competición para llegar rápido al parque y allí soltar al perro y tirarle la pelota. A lo mejor esa no es la calidad que necesita el perro... a lo mejor prefiere tirarse media hora oliendo un árbol. 

Los perros bajan muchísimo su nivel de estrés, igual que las personas, cuando sienten que tienen algo de control sobre su vida. Eso es la libertad.

El error de pensar que un perro cansado es un perro bueno

Otro error es inducir a un perro a hacer ejercicio. La gente cree que el perro bueno es el perro cansado. Y lo que no saben es que muchas veces el ejercicio equivocado genera mucho estrés. Es igual de peligroso el ejercicio equivocado, explosivo, intenso o excesivo a que un perro no tenga la posibilidad de pegarse una carrera. Incluso más. 

Si el perro es joven, entonces es más sangrante: la gente no entiende que su perro aún no ha terminado de crecer y que cierto tipo de actividades físicas pueden provocar lesiones, no apreciables sobre la marcha, pero que con el tiempo pueden pasar factura.

Ningún perro joven necesita que le animes a correr, con quitarle la correa ya basta. Sería mucho más importante dejarle que se pegue sus carreras, cuando lo necesite, y luego trabajar la calma, plantear actividades tranquilas, que tenga conciencia de su cuerpo...

 

La importancia crucial de la comunicación 

No es tanto que hablemos demasiado a los perros como que les hablamos o tocamos en los momentos equivocados. Es muy útil aprender a medir, ver qué sucede cuando acaricias a tu perro o cuando le hablas.

Muchas personas son maleducadas con los perros sin darse cuenta: por ejemplo les interrumpen cuando están saludando a sus amigos canes.

Intervenimos demasiado e imponemos lo que nosotros queremos en vez de escuchar a los perros, eso es lo importante. Es fantástico dar la libertad a un perro de decirnos si quiere ser acariciado o si le gusta que le hablemos...

Los perros agradecen enormemente el esfuerzo de escucharles. Si dedicáramos la cuarta parte del tiempo que ellos dedican en observarnos a nosotros en observarlos a ellos, seguro que les comprenderíamos infinitamente mejor.

Ellos hacen todo por comprendernos a nosotros y nosotros no dedicamos ni un minuto a comprenderles.  

 

¿Un consejo para alguien que acabe de adoptar a un perro?

No tengas prisa, ni por enseñarle reglas, ni por mostrarle que le adoras dándole besos y abrazos. Es importante esforzarse mucho en demostrar que ese lugar es un lugar seguro, que puede confiar en ti, que lo que quieres es que se sienta bien.

Dale tiempo y preséntale su nueva vida de manera gradual...

A veces cuando adoptas a un perro olvidas que ese perro lleva dos años o tres en una jaula, lleva mucho tiempo sin ver coches, mucho tiempo sin ejercitarse de forma correcta. Y a lo mejor con toda tu buena voluntad te lo llevas tres horas a pasear y a que disfrute de su nueva vida y a lo mejor esto es algo malo para el perro en vez de algo bueno.

Usar el miedo para poner las reglas lo estropearía todo: muchas veces no hace falta corregir o castigar, basta con evitar. Si anticipas un poco las situaciones. En vez de pensar qué debo premiar o qué debo castigar, céntrate en qué debo evitar hasta que mi perro esté preparado. Hay que cuidar mucho el miedo y el estrés...

Y, como bromea Santi, hay libros que os pueden ayudar, como Adóptame, escrito justamente por Santi y Eli.

 

 

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