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Un programa piloto enseña a los veterinarios a reconocer, responder y derivar casos de violencia de género

Un programa piloto enseña a los veterinarios a reconocer, responder y derivar casos de violencia de género

Última actualización del articulo el día 16/02/2024

Agredir o amenazar a un animal de compañía para así hacer daño a una persona. No es raro, por desgracia. Y por eso mismo un veterinario puede ser la primera persona en detectar signos de violencia de género: a veces las lesiones que ha sufrido un perro o un gato pueden contradecir la descripción que hace la persona que lo lleva a la clínica, puede que las radiografías muestren fracturas antiguas que no han sido tratadas adecuadamente. A veces las lesiones son de naturaleza sexual...

Hay quien lleva años estudiando esta cuestión y, también, educando a los veterinarios para que sepan cómo actuar. Es el caso de la Dra Elise Boller, de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Agrícolas de la Universidad de Melbourne, Australia, quien ya en 2018 afirmaba:

"Está ampliamente aceptado que el abuso de los animales domésticos puede ser un indicador de un mayor riesgo de violencia de género en el que los perpetradores dañan o matan a un animal para controlar a su pareja íntima física, psicológica o emocionalmente. Esto requiere una respuesta interdisciplinaria que tenga en cuenta la importancia del vínculo entre humanos y animales".

De hecho, en esta universidad empezaron en 2015 a enseñar a los estudiantes de veterinaria cómo reconocer lesiones no accidentales en los animales y cómo comunicarse con sus tutores. Y ahora la Dra Boller y otros expertos en la materia acaban de compartir los datos de un programa piloto que ha mostrado la utilidad de capacitar a los profesionales veterinarios para reconocer, responder y derivarcasos de violencia de género conocida o sospechada.

Este novedoso programa de capacitación se llama Vet-3Rs (Reconocer-Responder-Derivar/Referir). Y lo que han hecho, para valorar la efectividad del programa, es medir la confianza y la capacidad de los veterinarios a la hora de identificar y responder ante esos presuntos casos de violencia de género.

La preocupación de los autores del estudio es quea pesar de su posición como puntos de contacto potenciales para víctimas-sobrevivientes con animales, muchos profesionales veterinarios no se sienten capacitados para actuar ante sospechas de violencia de género.

Por eso se desarrolló el programa de capacitación Vet-3R (Reconocer-Responder-Referir) que se puso a prueba en 65 profesionales veterinarios en la Región Metropolitana del Este de Melbourne.

Los participantes completaron encuestas antes y después de la capacitación para evaluar su comprensión de la violencia doméstica y su capacidad para apoyar a las víctimas-sobrevivientes con los animales que se presentan a su servicio.

Las puntuaciones de la autoevaluación previa a la capacitación indicaron que, si bien la mayoría de los profesionales veterinarios son conscientes del vínculo entre el abuso animal y la violencia doméstica, carecen de confianza para responder y derivar a las personas cuando se enfrentan a sospechas o revelaciones de abuso.

Sin embargo, al finalizar el programa Vets 3-R, los participantes informaron marcadas mejoras en su capacidad para reconocer, responder y derivar víctimas-sobrevivientes. La mejora más significativa se pudo observar en la capacidad autoinformada de los participantes para responder adecuadamente a las sospechas de violencia doméstica.

Este estudio sugiere, dicen los autores, que los profesionales veterinarios pueden ser un punto de intervención infrautilizado para las víctimas-supervivientes de violencia de género con animales.

"El programa de capacitación del Vet-3R puede ser una herramienta útil para aumentar la efectividad de este punto de intervención para ayudar de manera segura a las víctimas-supervivientes". 

La foto que encabeza el texto es de ACC District.

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