Esta historia es increíble pero cierta. Y tan, tan bonita... ¡ojalá el destino o la suerte tuviera estos regalos con más frecuencia! Porque aquí se han dado unas cuantas carambolas para llegar hasta un final feliz de lo más enternecedor, la segunda adopción de Minnie.
Resulta que al humano de Minnie le diagnosticaron un cáncer: al principio, Minnie, su perra del alma, estaba siempre a su lado. Ella era su mayor fuente de consuelo. Pero llegó un momento en que, debido a los agresivos tratamientos a los que estaba siendo sometido, su salud empeoró y él se dio cuenta de que no podía seguir cuidando de Minnie.
En ese momento tomó una decisión durísima y extremadamente generosa: optó por encontrar a alguien que pudiera atender bien de su perra y la dio en adopción.
Así es cómo Minnie llegó a la Humane Society of Greater Niagara donde trataron de buscarle un buen hogar: mientras estuvo en esta protectora disfrutó con las voluntarias que se enamoraron de ella e incluso la llevaron de excursión en varias ocasiones.
Y fue finalmente adoptada. Así lo anunciaron felices desde la Humane Society of Greater Niagara.
Pero, en esta ocasión, por suerte, por fortuna, por lo que sea... ¡fue una adopción fallida y Minnie volvió a la protectora!
Así fue cómo, algunos meses después, cuando por fin le dieron la noticia de que ya no tenía cáncer, el humano de Minnie lo primero que hizo fue mirar en la web de la Humane Society para ver si su perra seguía allí y, ¡allí estaba Minnie, esperándole!
"Después de 750 días y una adopción fallida, Minnie está de regreso donde pertenece",anunciaron entonces desde la protectora. Y compartieron este vídeo que te rome el corazón en mil pedazos, pero de felicidad. Así fue el reencuentro entre Minnie y su humano, ya para siempre juntos.
