¿Cómo gestionan los veterinarios el difícil equilibrio entre su vida profesional y su vida privada? ¿Cómo les afecta cuidar de animales que son enfermos terminales?
Es lo que ha abordado un estudio de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena que ha analizado la realidad de 20 profesionales (la mayoría, 28, mujeres) en Austria, Alemania y Suiza para entender los retos a los que se enfrentan y cómo los gestionan, especialmente en el ámbito de los cuidados paliativos para animales de familia.
Las veterinarias se identifican fuertemente con su profesión y por eso corren el riesgo de dejar de lado su vida privada,lo que constituye un riesgo a largo plazo para la salud mental. Y, una conclusión clara es que el desgaste mental suele deberse más a las demandas emocionales de los tutores que a los propios animales.
La profesión veterinaria está entre las que presentan mayor riesgo de agotamiento emocional y burnout. Esto es algo que también sucede en España, una encuesta realizada por Vetbonds puso de relieve que son fenómenos comunes.
Y quienes se dedican a acompañar a animales en sus últimos días afrontan desafíos adicionales: urgencias imprevistas, implicación emocional, contacto muy estrecho con tutores en situaciones difíciles…
Es lo que ha analizado en detalle este nuevo estudio, liderado por Christian Dürnberger, para poder proporcionar claves y recomendaciones útiles.
Los responsables del mismo lo plantearon a través de entrevistas semiestructuradas de más de una hora con cada profoesional, 20 veterinarios especializados en cuidados paliativos de pequeños animales, en torno a estos tres temas:
- Temporales: cuándo están disponibles (más allá de las horas de consulta, etc.)
- Físicos: dónde ejercen su labor (clínica, domicilio…).
- Psicológicos: hasta qué punto se implican emocionalmente.
Los participantes compartieron no solo sus rutinas, sino también sus emociones, contradicciones y estrategias para afrontar los retos cotidianos.
- El trabajo traspasa muchas veces los límites personales
Las veterinarias entrevistados describieron cómo las urgencias, los mensajes fuera de horario o los vínculos con los tutores invaden su tiempo personal. Muchas veces están disponibles 24/7 por convicción, porque sienten que es lo mejor para el animal y su familia: “No puedo dejar que el animal pase sus últimas horas en un lugar desconocido, sabiendo que yo podría estar allí”.
- Las visitas a domicilio son valiosas… pero emocionalmente más exigentes
El entorno del hogar revela mucho más que el estado del animal. Las y los profesionales relataron situaciones duras: hogares sin calefacción, personas mayores solas cuyo único vínculo era su animal… Todo eso les afecta: “Me llevo esas historias a casa”.
- El rol de los tutores influye mucho en el bienestar de las veterinarias
La carga emocional no viene solo del estado del animal, sino de la situación del tutor. Su dolor, sus expectativas o su insistencia pueden desbordar incluso a quien lleva décadas de experiencia. Algunas personas esperan disponibilidad total, incluso cuando la veterinaria o el veterinario está enfermo o de vacaciones.
Los profesionales han desarrollado distintas estrategias para protegerse sin dejar de cuidar:
- Aceptar ciertos desbordamientos por convicción, priorizando el bienestar animal.
- Establecer límites claros con los tutores: trato profesional, evitar la cercanía excesiva.
- Fijar normas sobre cuándo y cómo pueden ser contactados (por ejemplo, solo mensajes de texto fuera de horario).
- Cuidarse activamente: reconocer cuándo necesitan parar, descansar, o rechazar una visita para no sobrepasar sus límites.
- Aprender de experiencias pasadas: quienes han sufrido burnout ahora se cuidan más y marcan mejor sus fronteras.
Una de las conclusiones más importantes del estudio es que son las demandas emocionales de los tutores las que están, normalmente, tras el desgaste mental de estas profesionales, no tanto la situación de los animales.
Las recomendaciones de los responsables del estudio pasan por fomentar el intercambio de experiencias y estrategias de afrontamiento entre veterinarios.
Y, por supuesto, ofrecer una formación mucho más concreta a los estudiantes de veterinaria, para que estén mejor preparados para saber cómo poner límites y cuidar su salud mental.
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