Convivir con un perro se asocia con una mayor salud cognitiva y cerebralen una muestra transversal a lo largo de la vida adulta, según un estudio de la Universidad de Alabama y la Universidad de Columbia Británica y reduce el deterioro cogntivo, según confirma otro estudio de la Universidad de Maryland.
Los autores del estudio de la Universidad de Alabama parten de la idea de que la convivencia con animales mejora el bienestar social, emocional y físico de las personas. Querían comprobar si, además, el tener perro puede asociarse con un mejor estado cognitivo y cerebral.
Para ello han utilizado datos del Alabama Brain Study on Risk for Dementia de 95 personas de 20 a 74 años, 56 convivían con animales de familia (la mayoría, perros) y 39 no lo hacían.
Los resultados fueron bastante claros: los que convivían con perros puntuaron más alto en velocidad de procesamiento, orientación de la atención y memoria de historias. El algoritmo de “edad cerebral” mostró que tenían un cerebro con hasta 15 años menos que su edad cronológica, frente a los no que no tenían un can.
Además, las personas mayores con más de un perro presentaron mayor grosor cortical que quienes tenían uno o ninguno.
El beneficio cognitivo no se explicó por diferencias en actividad física, apoyo social o estado de ánimo, lo que apunta a un efecto directo o a la estimulación cognitiva que implica cuidar animales.
¿Cuáles son las conclusiones del estudio? Pues, en esencia, parece que convivir con perros tiene beneficios también para la salud cognitiva de las personas: estructuras cerebrales mejor conservadas, incluso en adultos de mediana y avanzada edad. Esto se debería a que cuidar de un animal exige planificar rutinas, reaccionar con rapidez y leer señales de comportamiento, actividades que ejercitan memoria, atención y velocidad mental.
Los autores incluso mencionan la importancia de que personas mayores sanas acogen perros o ejercen como voluntarios en protectoras, algo que sería beneficioso tanto para ellos como para la comunidad.
El segundo estudio analizó datos de más de 600 adultos, edad media 68 años, a lo largo de 10 años: 185 convivían con animales de familia, 84 con perros y 67 con gatos.
En este caso las conclusiones son también claras: las personas con perro y gato mostraron un descenso más suave en memoria inmediata, memoria diferida, velocidad de atención y denominación de objetos. Los que convivían con perros conservaron mejor la rapidez mental y la escritura de símbolos. Aquellos que paseaban a su perro mantuvieron mejor la memoria a corto plazo y la flexibilidad cognitiva. Las diferencias persistieron tras controlar por edad y número de enfermedades.
Es decir, el estudiopropoprciona una evidencia longitudinal que relaciona tener un animal y pasear perros con un menor deterioro de la función cognitiva.
Y, en consecuencia, los autores del estudio recomiendan políticas públicas que fomenten viviendas y vecindarios donde sea más fácil para las personas mayores pasear con perros así como "desarrollar programas para apoyar la tenencia de aniales de familia así como facilitar el cuidado de estos animales cuando los adultos mayores no puedan hacerlo temporalmente"