El humo de segunda mano tiene evidentes efectos nocivos para las personas: puede causar cáncer de pulmón, enfermedades respiratorias, cardiopatías y problemas de desarrollo en niños.
También hay un creciente número de estudios que indican que está relacionado con trastornos de salud mental como depresión, ansiedad y distrés psicológico en niños y adultos, trastornos del sueño, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), problemas de conducta en niños, y demencia en adultos mayores.
El humo pasivo afecta igual de negativamente a la salud de los perros que están en contacto con esa partículas tóxicas: daño pulmonar, dermatitis atópica y cáncer de pulmón, entre otras enfermedades.
Y ahora investigadores de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Teherán también han constatado lo negativamente que puede llegar a afectar a su comportamiento, asociándolo con agresividad, miedo, ansiedad y una menor capacidad para aprender.
Han analizado datos de 304 perros domésticos, tanto de tutores fumadores como no fumadores, para evaluar posibles cambios de comportamiento vinculados a la exposición al humo de cigarrillo. Todos los perros tenían al menos 6 meses de edad y convivían con su tutor desde hacía al menos un mes. El estudio duró 8 meses.
Se recopilaron datos detallados de cada perro (sexo, edad, esterilización, etc.) junto con un cuestionario específico sobre exposición al humo.
Los rasgos de comportamiento fueron evaluados con una versión validada al persa del Dog Personality Questionnaire (DPQ).
El análisis estadístico reveló asociaciones significativas entre el humo pasivo y seis rasgos conductuales clave:
Mayor miedo (OR = 1,73)
Menor nivel de actividad (OR = 1,77)
Mayor agresividad hacia personas (OR = 1,68) y otros animales (OR = 3,40)
Disminución de la entrenabilidad (OR = 3,42)
Mayor ansiedad (OR = 7,25)
Es decir, los perros expuestos al humo de cigarrillo ambiental presentan un mayor riesgo de desarrollar problemas de comportamiento en comparación con los no expuestos.
Los resultados de este estudio son significativos e interesantes pero aún así habría que considerar otros factores relevantes, además del reducido tamaño de la muestra: las personas que fuman podrían,tener otras características que afectarían, igualmente, al comportamiento de sus perros, desde ser menos activos físicamente a preocuparse menos por su salud en general o estar más estresados...
Lo que es evidente es que los perros, al convivir con humanos, están expuestos a toxinas similares y esto afecta a su salud igual que a la de las personas. Y, evidentemente, para ellos es también muy nocivo el estar en contacto con el humo del tabaco.
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