La primera opción, lógicamente, está clara: que el can, o los canes como en el caso de esta preciosa boda celebrada hace poco en la Ribeira Sacra, sea un invitado más en la ceremonia, como parte de la familia que es. O, incluso, que sea uno de sus protas, como la divina Golden que llevó las alianzas en el momento cumbre de la boda de sus humanos...
¿La segunda opción? Pues... cualquier variante del plan anterior. O, si hablamos de humanos perrunos que en ese momento, por la razón que sea, no tienen a un can en su vida o de alguna pareja que, sencillamente, quiera amplliar la familia perruna ese día, la solución solidaria es maravillosa:hay quien invita a perros de protectora a formar parte de su boda y de las fotos de la boda para, así, aumentar la probabilidad de que sean adoptados.
Y la tercera opción es la que se ha currado el padre de esta novia. La pareja vive en Nueva York pero decidió casarse en Charleston, donde se enamoraron. El problema es que eso queda lejos, claro, y Leo, su Goldendoodle, no lleva nada bien los viajes. Así que, a su pesar, decidieron buscarle una buena residencia donde pudiera estar bien cuidado durante su boda y luna de miel.
Entonces, el padre de la novia, que sabía que echarían de menos al can, se inventó una manera para lograr que, aunque fuera sólo en espíritu, Leo también pudiera estar presente en la boda... Y gracias a eso han salido hasta en las noticias de la tele. No os lo perdáis :-)