El golpe de calor puede desarrollarse en minutos y es extremadamente peligroso, puede ser letal. Es muy importante tenerlo en cuenta y ser extra precavidos en cuanto suben las temperaturas porque hay actividades cotidianas, como el juego, que pueden poner en riesgo a nuestros perros.
Gonzalo Remacha, veterinario de Elanco, nos ha dado muchos consejos útiles sobre lo que podemos hacer para evitar los golpes de calor y sobre cómo reconocer los primeros síntomas peligrosos porque ante un golpe de calor hay que actuar sin demora, rebajar la temperatura corporal de nuestro perro es esencial y entonces, de inmediato al veterinario. Es lo que puede salvar su vida.
A continuación tenéis un resumen de la charla que hemos tenido con Gonzalo Remacha, podéis encontrar la charla completa al final de este texto.
Los perros gestionan mal el calor, no regulan su temperatura de la misma manera que los humanos: es muy importante recordar esto, especialmente cuando suben las temperaturas, porque el riesgo de que sufran un golpe de calor es mucho mayor.
Como dice Gonzalo Remacha, veterinario de Elanco, "son superhéroes en muchas cosas pero en la gestión del calor son menos eficaces que las personas".
Los perros solo pierden calor a través del jadeo, un poco por las patas y, en el caso de los braquicéfalos, como los Carlinos o Frenchies, un poco por las arrugas; si a esto le añadimos la capa de pelo que tienen, entonces es fácil entender por qué lo pasan mucho peor que nosotros en verano.
Si estamos en la ciudad tenemos que entender que el asfalto se calienta enormemente. La mejor forma de entenderlo es poner el dorso de nuestra mano en el suelo: si nos resulta insoportable, lo mismo les pasará a nuestros perros.
En verano hay que tener mucho cuidado con el ejercicio, ¡incluso los juegos! Ten en cuenta que tu perro si se lo está pasando bien, o si es de los que se obsesionan con palos o pelotas, puede no parar y esto se convierte en un verdadero peligro si hace calor.
En esto es muy claro Gonzalo Remacha, como estrategia básica para evitar un golpe de calor hay que ajutar los paseos: hay que ir por la sombra y a ciertas horas no deberíamos hacer paseos largos o jugar mucho rato con nuestros canes.
En el día a día es buena idea revisar las almohadillas para comprobar que no tienen ninguna quemadura o grieta. Para prevenirlo, es útil hidratarlas, por ejemplo con un poco de vaselina.
El calor hace que las almohadillas se vuelvan más sensibles y pueden salirles grietas, algo que genera mucho dolor. Puedes echarle vaselina y, para evitar que se lama, ponerle un rato unos calcetines.
Y, otro consejo importante que nos da Remacha: deberíamos llevar siempre, siempre una botella de agua cuando estemos paseando con nuestros perros y algún bebedero portátil. Ofrecerle un poco de agua a tu perro a cada rato es otra forma de evitar el golpe de calor.
En el campo el calor del suelo puede no ser tan problemático pero hay que tener en cuenta dos peligros diferentes en verano: los parásitos y las espigas. Contar con un buen antiparasitario y revisar a nuestros perros a la vuelta del paseo (por si se les ha pegado alguna garrapata) es indispensable. Y, sin duda, evitar las zonas de espigas porque son una de las razones más frecuentes de visita de urgencia al veterinario en verano; son muy peligrosas.
Hay que revisar patas, orejas, la nariz... La espiga es como una lanza, con una punta muy dura que penetra en la piel y que, debido a su forma, sigue avanzando y clavándose más y más (salvo que lo veas a tiempo y puedas sacarla con unas pinzas o similar).
Un golpe de calor, la hipertermia, es un aumento de la temperatura corporal: como los perros lo tienen más complicado para rebajar esa temperatura, esto es es particularmente peligroso para ellos.
Puede suceder en un paseo si hay exceso de ejercicio o de juegos, puede suceder incluso en casa -sobre todo si el perro está en una terraza- y, por supuesto puede suceder en el interior de un coche donde nunca, nunca deberíamos dejar a un perro, incluso si el vehículo está a la sombra.
¿Por qué es tan grave que aumente la temperatura corporal? Las proteínas de las que, en gran medida estamos hechos, son muy sensibles al calor, incluidas enzimas que regulan reacciones básicas y que, al degradarse, desencadenan un efecto dominó que afecta a múltiples órganos, siendo el cerebro el más vulnerable por su alta densidad de moléculas sensibles y la dificultad para disipar calor en un tejido sólido.
El riesgo es muy elevado y en cuadros severos la recuperación no está garantizada: puede haber secuelas neurológicas y la mortalidad llega al 60%.
Además del cerebro, destaca Gonzalo Remacha, “el riñón se resiente mucho por la deshidratación, el hígado y otros órganos también se resienten”, de modo que el exceso de calor y el tiempo que permanezca elevando la temperatura interna marcan el pronóstico.
Por eso enfriar al perro de inmediato y acudir al veterinario sin demora es la única vía para evitar daños sistémicos y potencialmente fatales.
El primer aviso suele ser un jadeo cada vez más intenso, un jadeo que cambia de sonido: ya no es solamente en la boca, lo escuchas en su garganta. Y se nota más saliva alrededor de boca. En esos momentos lo normal es que el perrete busque una sombra o que se tumbe porque ya no puede más...
Detectar esa transición —del jadeo ligero y regular a uno ruidoso, profundo y acompañado de cansancio repentino—resulta clave para cortar la actividad antes de que la hipertermia progrese.
Otra señal de alarma es el cambio en el color de las encías: "si vemos que las encías pasan de un rosa pálido a un rosa muy fuerte, azulado o amoratado, es un signo 100 % de que toca ir al veterinario"; esa decoloración indica que la sangre ya no se oxigena bien y la urgencia puede ser crítica.
Cuando la hipertermia avanza, el estado mental del perro se altera: letargia, mirada perdida y falta de respuesta incluso a estímulos muy atractivos (por ejemplo, comida en perros normalmente glotones) revelan que el calor está afectando al cerebro: esto, de nuevo, indica que es urgente rebajar la temperatura de nuestro perro e ir al veterinario de inmediato.
Y, si el golpe de calor avanza, explica Gonzalo Remacha, no es raro ver convulsiones, vómitos y diarreas, incluso con sangre.
Si aparecen los primeros síntomas, cada minuto cuenta. El consejo del veterinario de Elanco es claro: tenemos que reducir la temperatura lo máximo posible, lo más rápido posible (pero con seguridad).
Actuar de inmediato, antes de ir al veterinario, es lo que marcará la diferencia, lo que puede hacer que nuestro perro pueda recuperarse.
¿Cómo enfriar a nuestro perro? Lo importante es hacerlo de forma segura y progresiva:
- Llévalo a la sombra, ofrécele agua fresca pero sin forzarle a beber, moja boca y encías para que la sangre que circula por esa zona pierda calor.
- Moja con agua fresca en las zonas más irrigadas (almohadillas, axilas, ingles y vientre).
- También puedes aplicar alcohol de 96 ° entre las almohadillas y axilas: el alcohol es otro método para lograr la evaporación.
- Si tienes un ventilador, súper útil: dirígelo hacia el perro después de mojarlo: así se favorece la pérdida de calor por evaporación sin riesgo de vasoconstricción.
- No uses hielo o bolsas de congelados: el frío extremo contrae los vasos sanguíneos superficiales por lo que es aún más difícil que el perro pueda perder calor.
- No envuelvas al perro en toallas empapadas porque crean una “capa térmica” que impide disipar calor.
- Si tu perro está consciente y no tiene problemas adicionales de salud sí puedes sumergirle en agua fría -no helada- pero siempre de manera controlada, con la cabeza por fuera, etc.
- Cuando la temperatura haya bajado algo (idealmente a 39-40 °C si puedes medirla), de inmediato al veterinario.
Allí completarán el tratamiento: lo normal es que le pongan suero y le hagan una analítica.También tomarán medidas para intentar controlar posibles problemas neurológicos o en órganos que han podido verse afectados, como el riñón o el hígado.
Incluso con buena respuesta inicial, suele ser habitual que el perro pase una noche hospitalizado para seguir monitorizando su estado.
Podéis escuchar la charla completa con Gonzalo Remacha, veterinario de Elanco, aquí:
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