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Crónica de una amistad "trabajada": una fotógrafa retrata a su hija y su perra recién adoptada

Crónica de una amistad

Última actualización del articulo el día 25/11/2017

Esta serie de retratos obra de Anna Angenend son realmente bonitos, eso salta a la vista. Pero la historia de la adopción de Lucy y de cómo la perra se ha convertido en la mejor amiga de Mia también merece ser contada porque muestra el trabajo que hay tras todas estas fotos, tras esta amistad tan especial.


La fotógrafa lo explica en su blog: su hija siempre quiso tener perro así que cuando cumplió 4 años decidieron que era buen momento para ampliar la familia.

Fueron a una protectora, a Pets Alive, y allí Mia inmadiatamente decidió que Lucy era la elegida, una cachorrota de cuatro meses que había sido encontrada en la calle, asustada y luchando contra el parvovirus.

Ahora Lucy y Anna son inseparables, las mejores amigas. Todos adoran a la perra en la familia y planean constantemente actividades para disfrutarlas juntos pero ¿fue todo perfecto desde el primer día?

Pues no, para nada. 



Lucy, explica Anna, decidió que los empapadores eran juguetes que había que destrozar y que las alfombras eran mejor sitio para hacer pis. La perra le dio algún que otro susto cuando se zampó una tanda de brownies y cuando empezó a sacar las pilas de los mandos a distancia.

También se tragó un pájaro muerto durante un paseo y destrozó algún que otro juguete de Mia... en fin, hizo una trastada tras otra al comienzo.

Mia no entendía porqué no podía abrazarla todo el rato o porqué no podía darle de comer de su plato. No era consciente de que había que educar a la perra.

Hasta Mia, que había pedido tener un cachorro desde siempre comenzó a preguntar si podían "devolverla y cambiarla por un gato".

Su madre le aclaró que Lucy era ahora parte de la familia, que ellos eran sus humanos y que iban a cuidar de ella para siempre.
 

Todos tuvieron que aprender: los humanos -tanto los adultos como Mia- a educar a una cachorra y a convivir con un perro.

Y Lucy, lógicamente, a comportarse como un can educado.

Ahora, después de ese proceso de aprendizaje mutuo, Mia y Lucy duermen casi todas las noches abrazadas juntas. Se han convertido en mejores amigas, listas para correr todo tipo de aventuras juntas.

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