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Petardos, truenos y perros: claves sobre qué hacer para ayudar a canes con fobia a los ruidos fuertes

Petardos, truenos y perros: claves sobre qué hacer para ayudar a canes con fobia a los ruidos fuertes

Última actualización del articulo el día 14/12/2021

Jaume Fatjó Ríos es etólogo y veterinario, actualmente dirige la Cátedra Fundación Affinity Animales y Salud, y es un gran experto, entre muchas otras cuestiones, en cómo prevenir y tratar la sensibilidad y las fobias a los ruidos en los perros.

En colaboración con Mi Mascota y yo, nos ha dado muchas pistas que serán de enorme utilidad para cualquier persona perruna que quiera reducir la posibilidad de que su can pueda desarrollar una posible fobia a los ruidos fuertes ytambién ayudarán a aquellos cuyos perros ya puedan sufrir este problema, en mayor o menor medida.

¿Cómo escuchan los perros?

La diferencia fundamental con respecto a los humanos no está tanto en la intensidad sino en el rango de frecuencias que ellos pueden percibir. La capacidad de los perros, sobre todo por el extremo de las frecuencias altas, es mucho mayor que la nuestra. 

Ellos tienen un oído más fino, más agudo que el nuestro pero lo que hace que reaccionen de esa manera (ante petardos o estruendos) no es por ser más sensibles al sonido sino el hecho de cómo interpretan ese mensaje o esa información auditiva.  

Aquello que normalmente provoca los problemas, los petardos, los truenos... está en rangos de frecuencia que podemos oír tanto nosotros como ellos y por lo tanto la diferencia no está tanto en una mayor sensibilidad absoluta a ese ruido o a ese sonido sino en la interpretación que hace el perro.

Algunos perros interpretan que esos sonidos -por una serie de motivos- son una amenaza o son una posible amenaza, y eso es lo que hace que se pongan en marcha sus mecanismos de alerta, sus mecanismos de autodefensa.

La sensibilidad a los ruidos es un problema generalizado

Cuando intenamos medir el grado de afectación e intentamos buscar factores dependientes de raza, sexo... vemos que no hay un factor claro. Que sepamos, no hay una predisposición racial clarísima, es un problema muy transversal. Lo puedes encontrar en perros de todas condiciones, mestizos, de raza... Lo puedes ver en cualquier tipología de raza.

Uno de cada dos perros podría tener un problema con los ruidos intensos pero dentro de ese 50% hay mucha variabilidad, algunos muestran una reacción leve, otros moderada y otros severa, lo que ya se podría denominar fobia. Estos últimos además de pasarlo fatal en el momento en el que suenan esos petardos o truenos también anticipan mucho, lo pasan los días previos y además tardan mucho en recuperar el equilibrio pasado el episodio, incluso un día entero. Por eso mismo es un problema que se ha de tratar de manera individualizada.

Y sí, es un problema que se desarrolla con la edad. Los datos que hemos recogido nosotros te muestran que hay un factor de edad clarísimo. 

Normalmente el primer año de vida va todo más o menos bien. Y en términos generales lo que vemos es que estos problemas evolucionan entre el primero y el tercer año.

Aunque, puedes tener un perro que tenga siete años que no haya tenido nunca un problema y que entonces por una experiencia negativa, una experiencia muy intensa, a partir de aquí tengas una reacción que perdure.

Pero el desarrollo espontáneo empeora en los primeros 3-4 años. Y una de las explicaciones es que cuanta más exposición tienes al estímulo negativo, cuando ya tienes una percepción negativa de algo, normalmente la sobreexposición lo que hace es retroalimentar el problema. 

Nos ayuda a entender que hay una técnica que suele ser desastrosa en estos casos, la sobreexposición.

Uno dice, si mi perro tiene miedo de esto, lo voy a enfrentar a este problema para que se acostumbre. ¿Qué problema hay? La percepción que tiene el perro está ligada a una emoción muy fuerte, a una emoción negativa -el miedo, la ansiedad son emociones muy potentes, muy intensas que influyen en la forma que tienes de ver el mundo- entonces cuando el perro se enfrenta a esa situación no está en un estado neutro, no está aprendiendo de una forma reposada, tranquila...sino que en ese momento ya está experimentando una sensación negativa, la sobreexposición lo que hace es retroalimentar el problema y el perro sale de esa nueva exposición peor de lo que estaba.

¿Cómo evitar que un cachorro pueda desarrollar este miedo o que llegue a tener fobia a los ruidos fuertes?

La principal estrategia preventiva, la más importante, sobre todo es muy significtivo en los primeros meses de vida, hasta los seis meses, es que haya una exposición controlada -me refiero a la intensidad del estímulo.

Hay programas de socialización para cachorros, que no tiene porqué ser en un centro, lo puedes trasladar, bien asesorado por un profesional, a casa: puedes utilizar una grabación para acostumbrar al perro a determinados sonidos, etc. Lo importante es que eso se haga de manera progresiva y en momentos en los que el perro esté en un estado emocional positivo.

Lo que buscas es que el perro, ese estímulo, se habitúe a él o que incluso lo relacione con situaciones positivas. No es que lo vea como algo positivo porque hay algo biológico en este miedo. No es una elección personal, hay una base biológica que además tiene todo el sentido. Tener miedo de una tormenta no parece una mala estrategia.  

Claro que a veces es casi más importante saber qué no hay que hacer: 

No solo es importante hacer una exposición progresiva sino evitar sucesos catastróficos como los que ocurren sin querer en el entorno habitual. 

Si las primeras exposiciones a los ruidos son muy traumáticas entonces podrían ser el germen de una fobia.

Imagínate que estamos hablando de un cachorrito, un perro joven. Le llega la primera verbena de su vida. Un perrito de unos seis siete meses, aunque tenga un año. Es el día de la verbena, a los propietarios los invitan a una fiesta, se van de casa y el perro se queda solo. Desde el punto de vista del perro: se encuentra solo, no está con nosotros, y para el perro la familia es uno de los elementos que más lo ayuda en una situación de estrés. Igual que nosotros.Cuando te pasa algo malo, si estás con alguien con el que tienes un vínculo, eso malo lo pasas mejor. A ellos les pasa igual.

El perro ha perdido su referencia en cuanto a la parte social.

Y ya por ponerte un ejemplo extremo, si a esa gente se le ocurre dejarlo fuera de casa, en la terraza, para que no haga nada dentro, que hemos visto casos así, ¡estás prácticamente fabricando las condiciones para que se cree una fobia!

Ese día el perro lo va a pasar tan mal... y sobre todo: en esa situación de dificultad, el perro no tiene capacidad para controlarla. No puede hacer nada que le permita, al menos, minimizar la situación.

A lo mejor, si nosotros estuviéramos en casa, el hecho de estar con nosotros, ante el mismo estímulo, lo haría sentir más tranquilo. A lo mejor él decidiría, ¡esto es horrible! Me voy a la habitación que no tiene ventanas y me meto debajo de la cama. Esto a lo mejor sería suficiente para paliar el problema.

¿Cómo ayudar a los perros a saber cómo gestionar los días de petardos? La zona de seguridad...

Yo te diría que por la experiencia que tenemos acumulada, preparándo mínimamente las cosas puede haber una diferencia abismal.

1. Un mes antes de la temporada de petardos lo que podemos hacer es trabajar el concepto de la zona segura, de la zona de protección. Con un poco de asesoramiento se puede trabajar bien. 

A las personas nos puede dar miedo la oscuridad pero para el perro, que tiene unos antepasados que son animales de guarida, de madriguera, no es así.Encontrar un espacio relativamente protegido, incluso oscuro, les transmite tranquilidad. Pero muchos perros no saben utilizar este instinto y hay que enseñarles a utilizar una zona de seguridad.

Es algo tan sencillo como, unas semanas antes, uno le puede enseñar a entrar en una zona, que puede ser un transportín modificado, donde el perro tiene que aprender que esa zona está asociada a relajación, a tranquilidad, a cosas positivas.

No es lo mismo un transportín tal cual, de plástico, que un transportín al que -sin entorpecer la ventilación- has cubierto con mantas... hay acciones que pueden ayudar mucho.

Con eso le das una estrategia para que el día que se vea muy asustado, sepa qué hacer. No estás elimimando los petardos pero él ha encontrado algo que le ayuda a minimizar el impacto, y eso marca muchísimo la diferencia. 

- El mismo día, es recomendable dar un buen paseo -si podemos garantizar que es un paseo de calidad. Porque si te vas a encontrar un petardo en cada esquina es mejor no salir a la calle. Hay gente que para evitarlo, la persona se lleva al perro en coche a una zona donde poder pasear sin que allí haya lío. 

- En casa, en la medida de la posible, no es buena idea dejarlo solo.

Y en casa buscar la habitación donde se escucha menos el ruido. Ir allí con tu perro, estar allí con él, acompañar al perro, para que vea que la situación está más controlada... 

Si está algo más tranquilo, intentar iniciar una sesión de juego para que entre en un estado mental diferente.

No hay que negar atención al perro, tú eres su punto de referencia y si lo haces podría tener un efecto contrario. Pero modulando, cuando el perro se relaja un poco, entonces sí reforzar su comportamiento, siempre tratando de transmitir calma y tranquilidad.

- En casos donde el miedo es muy intenso sí que puede ser indicado, siempre siguiendo las pautas de tu veterinario, puedes utilizar una terapia biológica.

Aquí hay que tener en cuenta que el efecto placebo en animales está ¡en torno al 40%! Es decir, no está del todo claro qué es lo que funciona.

Hay estudios que indican que las feromonas o ciertos nutracéuticos, complementos de la dieta y ciertos fármacos sí tienen un efecto medido en casos de sensibilidad a los ruidos.

Hay ausencia de evidencia pero eso no quiere decir que no funcione: no hay ningún estudio sobre las mallas - vendas - thundershirt pero si a alguien le sirven, adelante.

- Lo que nunca hay que hacer es castigar (o enfadarse, perder los nervios) 

Por castigo no solo me refiero a un castigo activo. Hay que tener en cuenta siempre la percepción del perro no solo nuestra intención.

Por ejemplo, yo soy el perro, estoy muy asustado y me da por ladrar o por rascar la puerta y tú te enfadas, porque la situación te supera y pierdes los nervios. No me estás intentando castigar pero te enfadas. Yo lo voy a percibir como algo muy negativo. Yo me voy a dar cuenta de que estás enfadada...

Hemos de intentar dentro de lo posible controlar la reacción que tengamos. Si perdemos el control, eso va a empeorar las cosas.

 

A largo plazo, programa de desensibilización

De la mano de un veterinario, con ayuda de un educador canino, en "temporada baja", es decir cuando no suele haber fechas de mucho petardo o ruidos se puede poner en marcha un programa de desensibilización.

Lo que se hace es exponer al perro a intensidades crecientes de los sonidos que le suponen un problema (petardos, truenos, o cualquier otro sonido) siempre poniendo cuidado de que cuando se hagan estas exposiciones el perro esté en un estado emocional positivo.

Se suele trabajar con grabaciones de los sonidos: la eficacia de este sistema depende de la calidad de esos sonidos. Hay perros que "se dejan engañar" y otros que no, con estos segundos tendríamos menos éxito.

El problema es que son programas que requieren mucha dedicación.

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