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Hace 6.000 años, los perros ya tenían una estrecha relación con los humanos en la Península Ibérica

Hace 6.000 años, los perros ya tenían una estrecha relación con los humanos en la Península Ibérica

Última actualización del articulo el día 16/02/2019

El entierro de perros fue un ritual funerario habitual de las poblaciones neolíticas del noreste de la Península hace 6.000 años, según apuntan los investigadores de la Universidad de Barcelona en un estudio publicado en febrero 2019. La presencia de los perros en las tumbas puede considerarse como "una actividad ritual estereotipada y evidencia de la estrecha relación entre estos animales y las comunidades humanas", explican los investigadores. Y, además, han comprobado que la dieta de la mayoría de los perros era mixta y muy similar a la de los humanos: rica en cereales y verduras, en algunos casos predominantemente vegetariana, y en pocos rica en proteína animal.

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"Coincidiendo con el establecimiento de la cultura de los sepulcros de fosa (4200-3600 aC), proveniente del sur de Europa, las comunidades neolíticas del noreste de la Península Ibérica iniciaron una actividad ceremonial relacionada con el sacrificio y el entierro de perros. El elevado número de casos registrados en Cataluña indica que fue una práctica generalizada y evidencia la estrecha relación que existió entre estos animales y los humanos, que además de enterrarlos a su lado, los alimentaron con una dieta muy similar a la suya."

Es lo que se desprende del estudio desarrollado por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y la Universitat de Barcelona (UB)que ha analizado los restos de 26 restos de perros encontrados en estructuras funerarias de cuatro yacimientos y necrópolis de la provincia de Barcelona. Además, se ha hecho el análisis isotópico de dieciocho de los animales para establecer si la relación con sus probables propietarios comportaba otros aspectos, como el control de la dieta.

Los perros tenían entre un mes y seis años, con un predominio de ejemplares de entre doce y dieciocho meses, y eran de tamaños homogéneas, entre los 40 y los 50 centímetros de altura en la cruz. Mayoritariamente fueron enterrados en tumbas circulares, junto con los humanos o entre ellos, aunque también se han encontrado algunos separados en tumbas cercanas y, en un caso, en la entrada de la cámara mortuoria.  

«La selección de cachorros y ejemplares jóvenes hasta un año sugiere una intencionalidad en el sacrificio. Aunque se podría pensar en un consumo humano, el hecho de que los enterraran junto o cerca de humanos apunta a un depósito intencionado y una relación directa con la muerte y el ritual funerario», explica Silvia Albizuri, investigadora del Seminario de estudios e Investigaciones Prehistóricas (SERP) de la UB y también encargada de liderar esta investigación. 

El estudio isotópico de los restos y su comparación con los de los humanos y de otros herbívoros de los yacimientos indica que la dieta de la mayoría de los ejemplares era mixta y muy parecida a la humana, con una elevada presencia de cereales, como el trigo, y de verduras. En dos cachorros y dos adultos, la alimentación fue predominantemente vegetariana, y en pocos casos fue rica en proteína animal.

«Estos datos reflejan una convivencia muy cercana entre perros y humanos y, muy probablemente, la preparación específica de su alimentación, que se hace evidente en los casos de una dieta únicamente vegetal.

Posiblemente lo harían para liberarlos del tiempo que deberían haber dedicado a obtener alimento y así controlar mejor su rendimiento en las tareas de vigilancia. Esta gestión también explicaría la homogeneidad del tamaño de los ejemplares », indica Eulalia Subirà, investigadora del Grupo de Investigación en Antropología Biológica (GREAB) de la UAB.

 

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