Hailee llevaba años rogándole a sus padres que le dejaran tener perro pero ellos insistían en que tendría que esperar hasta terminar la universidad. Entonces Hailee empezó a colaborar como voluntaria en una protectora,la Humane Society de Stillwater, y allí se enamoró de un can de dos años, Rambo, al que visitaba siempre que podía. Sus padres, viendo su interés y viendo lo mucho que se desvivía por ese perro decidieron darle una sorpresa...
Con ayuda de la prote, decidieron adoptar a Rambo sin decirle nada a su hija. Entonces, cuando Hailee llegó a la protectora y se enteró de que su perro preferido ya no estaba allí ella se quedó bastante hecha polvo, sabía que era bueno que el can hubiera encontrado una familia pero le entristecía al mismo tiempo no poder estar con él. Hasta que llegó a casa.
No os perdáis el momento porque es realmente bonito.
Según contó después su padre, Rambo es un can de lo más feliz y se ha integrado estupendamente en la familia. Les ha enseñado que igual que él les necesitaba a ellos, ellos también le necesitaban a él.
Y aunque normalmente no sea particularmente recomendable regalarle un perro a alguien, porque es una enorme responsabilidad que cada uno debería elegir personalmente, en este caso está claro que la decisión de los padres de Haillee fue tan acertada como meditada y feliz.
PD Así celebraron la pasada Pascua :-)