Molly, una cockapoo de dos años, desapareció tras saltar un muro en el jardín de la casa de un familiar mientras su humano, John, estaba de vacaciones.
En cuanto supo lo que había pasado, él regresó y durante una semana se instalaron cámaras, se colocaron trampas con comida, se usaron drones y se analizaron huellas para seguir la pista de Molly.
Gracias a la colaboración de vecinos, voluntarios y equipos especializados en perros perdidos, la búsqueda ha terminado con un reencuentro de lo más feliz.
Además de que da gusto ver ese momento, captado con un dron- lo compartimos porque las imágenes también muestran algo que es esencial y que mucha gente desconoce: cuando un perro está asustado y perdido entra en "modo huída" y puede no reconocer ni a su propia familia.
Como véis, aunque lo que querían era correr hacia ella, lógicamente, sus humanos siguieron las instrucciones que les habían dado y se quedaron quietos, llamándola con mucha suavidad y sin elevar la voz, esperando a que fuera Molly quien, poco a poco, reconociera su olor y se acercara.
Tenían que evitar a toda costa que la perra volviera a asustarse y huyera. Podéis ver el vídeo completo en facebook, ahí se aprecia el tiempo que tardó Molly en darse cuenta de que podría estar a salvo... Son 20 minutos en los que ella olisquea y entiende que aunque hay gente cerca, no quieren hacerle daño, es su familia. Es entonces cuando sale corriendo hacia ellos.
Por eso es tan importante hacer caso a los expertos cuando alertan sobre cómo acercarse, con extrema prudencia, a un perro en esa situación.
En el caso de Molly, las pautas que recibió su familia fueron clave para llegar a ese final feliz:
No intentar atrapar al perro perdido.
Cuando un perro entra en “modo huida” está tan asustado que no reconoce ni a su propia familia. Si alguien intenta acercarse, solo huirá más lejos e incluso puede correr peligro en carreteras.
No llamarlo ni gritar su nombre.
En ese estado de pánico, la voz puede interpretarse como amenaza. Es preferible observar a distancia y comunicar la localización exacta.
Mantenerlo en la zona con comida y agua.
Dejar comida muy apetecible (salchichas, pollo, hígado, beicon…) ayuda a que el perro vuelva una y otra vez al mismo lugar, lo que facilita colocar cámaras y trampas seguras.
Usar cámaras y rastrear huellas.
Estos recursos permiten confirmar que el perro está vivo, alimentándose y en qué puntos se mueve, sin necesidad de perseguirlo.
Esperar a que el perro dé el primer paso.
El reencuentro con Molly se produjo porque su tutor y su hija se sentaron en silencio en un campo, dejando que fuera ella quien, poco a poco, se acercara hasta reconocerlos.
En Fundación SrPerro Colega también os dan pautas sobre qué hacer si se pierde un perro.