Alina Bean ha crecido con perros, desde pequeñita siempre ha sido una verdadera obsesa de los canes y como ahora, por el momento, no puede tener uno, aprovecha cualquier perro ajeno, de amigos, conocidos o desconocidos, para mostrar su amor por ellos. Y lo bueno es que esta ilustradora plasma con ternura y humor sus encuentros cotidianos con cualquier ser de cuatro patas y también sus recuerdos perrunos. ¡Una delicia!
Ya de pequeña tenía debilidad por los canes. Mirad que anécdota más simpática recuerda de cuando era niña e iba paseando con su padre. Se le cayó al suelo la bola del helado, empezó a llorar, pero entonces...
Su familia sí tiene perro y cuando puede ir de visita tiene la suerte de poder disfrutar de un recibimiento canino por todo lo alto.