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La (buena) relación con un perro no trata de transacciones, de premios por conductas, sino de una conexión social genuina

La (buena) relación con un perro no trata de transacciones, de premios por conductas, sino de una conexión social genuina

Última actualización del articulo el día 24/09/2025

Del entrenamiento al bienestar: sobre este cambio de paradigma en nuestra relación con los perros trata la muy interesante charla que han mantenido dos reconocidos profesionales de la educación canina, Michael Shikashio y Kim Brophy, en el podcast de el primero, The Bitey End of the Dog.

A continuación destacamos gran parte de lo comentado en el podcast porque quizá haya muchas personas que no lo conozcan. Y porque realmente merece la pena.  

Es una charla enfocada tanto a los profesionales como a las familias con perro porque como destacan Shikashio y Brophy, muchos problemas de comportamiento en los perros son en realidad síntomas de necesidades no satisfechas, son problemas de bienestar: esto es algo que hace años ni se planteaba pero que ahora, por fortuna, empieza a ser cada vez más evidente.

¿Qué es el bienestar (real) en los perros y cómo podemos fomentarlo?  

La definición de bienestar depende del ámbito desde el que se mire, explica Brophy. Si lo buscas en Google encontrarás definiciones distintas. Pero desde la ciencia del bienestar animal lo entendemos a través de la evolución del modelo de las “cinco libertades” hacia el modelo de los “cinco dominios”. Es básicamente lo mismo, pero con más matices y comprensión.

Existen tres grandes orientaciones. La primera es el funcionamiento biológico: nutrición, salud y comodidad física. En hogares donde los perros son queridos, en general hemos hecho un buen trabajo con esta parte.

La segunda es la orientación del entorno natural o interacciones conductuales: qué puede hacer el animal en su entorno, con otras personas o animales, y cómo eso le permite llevar a cabo comportamientos motivados de forma innata como forrajear, evitar peligros, reproducirse o socializar. En este punto —el cuarto dominio— es donde más estamos fallando con los perros.

Y la tercera es el estado mental o afectivo del animal, que sería el quinto dominio. Todos los aspectos anteriores (funcionamiento biológico y vida natural) influyen directamente en ese estado afectivo.

Así, cuando hablamos de bienestar, en realidad estamos hablando del estado afectivo del animal. Pero debajo de la superficie están esos otros dominios que lo sustentan.

 

Durante mucho tiempo se pensaba que si el perro estaba sano, alimentado y cómodo físicamente, entonces su bienestar era bueno. Pero otros investigadores decían: ¿seguro? ¿Qué pasa con las emociones? ¿Podemos confiar solo en medir cortisol, por ejemplo? No necesariamente.

Después se puso mucho énfasis en la conducta: observar si había comportamientos estereotipados o su ausencia como indicadores de bienestar. Pero el enfoque más robusto que tenemos hoy es el cuarto dominio, las interacciones conductuales, porque cumple dos funciones: es una necesidad que debemos cubrir, y al mismo tiempo es un índice de bienestar.

En otras palabras, el comportamiento es la evidencia de si todo lo demás está funcionando de manera coherente. Y lo que mejor nos lo indica es la diversidad conductual: cuanto mayor y más equilibrada sea, mejor es el bienestar del animal.

Hoy en día se habla mucho de enriquecimiento: juguetes interactivos, alfombras olfativas, dispensadores de comida… Todo eso es positivo, pero hay un detalle clave que solemos pasar por alto: los recursos deben estar disponibles para que el perro los use por iniciativa propia, no solo cuando nosotros se los ofrecemos.

Por tanto, revisaríamos qué oportunidades tiene ese perro dentro y fuera de la casa para servirse solo de esas conductas de forrajeo. Porque el forrajeo no es solo olfatear y comer: incluye cavar, rastrear, escarbar, perseguir, morder, arrancar, remover. Cuantos más tipos distintos pueda desplegar, mejor.

Y aquí aparece un punto crucial: en muchos casos la solución pasa por sacar más a los perros a la naturaleza. Cuanto más se dedican a esas conductas naturales y variadas, más disminuyen las conductas repetitivas, frustradas o ansiosas.

No se trata de suprimir síntomas, aclara Brophy, sino de crear condiciones para que los perros usen sus propios recursos de manera autónoma y saludable.

La diversidad conductual

Cuando hablamos de diversidad conductual, detalla Shikashio, puede incluir cosas como ladrar o estar alerta, que a veces asociamos con un estado afectivo negativo. Y, en cambio, hay conductas como olfatear, forrajear o perseguir, que consideraríamos más positivas. ¿Hay que aumentar esa diversidad en el lado positivo?

Lo que realmente determina el valor positivo o negativo de una conducta, aclara Brophy, no es tanto el hecho de enfrentarse a la adversidad, sino si el perro dispone de las herramientas necesarias para resolver esa situación y volver al equilibrio. Lo problemático en contextos de cautividad es cuando el perro se siente frustrado, impotente o confuso porque no sabe qué hacer o no tiene cómo actuar de forma autónoma.

La conexión social entre perros y personas

Muchos plantean su relación con su perro de forma transaccional: enseñan a los canes todo tipo de comportamientos a cambio de premios. Pero la evolución, en el caso de Brophy, ha sido dejar esto atrás y avanzar hacia la idea de apego seguro, apoyándose en lo que ya se sabía desde la psicología humana. Así fue como descubrió "que no se trata de transacciones, de premios por conductas, sino de una conexión social genuina."

"Con mis últimos perros probé algo distinto: apenas entrené conductas formales como la llamada o el “junto”. Nada de moldear contacto visual, ni de usar herramientas. Y sin embargo, en un campo de olores enorme, mi actual perra —una Gran Pirineo joven, entera, de raza conocida por su independencia— me siguió durante una hora sin que yo le pidiera nada."

Esto, recalca, demuestra algo esencial: los perros quieren vincularse socialmente.Es parte de su historia evolutiva con nosotros. A diferencia de otras especies en cautividad, nosotros formamos parte de su grupo social. Y muchas veces olvidamos aprovechar ese capital social, esa motivación natural para mantenernos cerca, cooperar, estar conectados.

Muchos tutores no podrán ofrecer ese tipo de vínculo, por distintas razones. Ahí es donde los entrenadores podemos puentear esa carencia. En lugar de intentar cambiar por completo a la familia o forzar un entorno que nunca será ideal, podemos diseñar modelos de servicio diferentes: recoger un grupo de perros cada mañana, pasar horas con ellos, cubrir sus necesidades sociales y de apego, y devolverlos a casa satisfechos y equilibrados.

Esa podría ser una forma muy poderosa de mejorar su bienestar, y además mucho más gratificante para quienes trabajamos con perros, porque se trata de convivir y vincularnos, no solo de entrenar mecánicamente.

¿Y si los comportamientos compulsivos tienen que ver con necesidades no satisfechas?

Michael Shikashio comenta que en una entrevista con la veterinaria especialista en comportamiento Hagar Hauser ambos hablaron de que los comportamientos compulsivos no se ven en la naturaleza pero sí en los perros domésticos.  

"Es un tema fascinante", agrega Brophy. "Temple Grandin me abrió mucho los ojos al respecto. Tradicionalmente hemos visto la conducta compulsiva como algo malo, que había que suprimir. Pero Temple explica que, aunque muchas veces indican un problema de bienestar, también pueden ser estrategias adaptativas cuando el perro no tiene otra manera de satisfacer sus necesidades."

Así que en vez de pensar directamente en medicación o protocolos de modificación, deberíamos preguntarnos: ¿qué necesidad no está cubierta aquí? ¿Qué diversidad de conductas falta?Por ejemplo, si vemos un exceso de un solo patrón —girar, perseguirse la cola, lamerse hasta hacerse daño—, significa que el repertorio se ha reducido peligrosamente.

Lo que tenemos que hacer es buscar más solapamiento entre la genética del perro y su entorno, dándole experiencias ricas en lugares donde pueda desplegar esa gama de conductas naturales.

(...)

Lo ideal sería incluso personalizar las experiencias según el tipo de comportamiento estereotipado. Por ejemplo, si tenemos un Golden Retriever con granuloma por lamido —una conducta autolesiva que puede tener raíces en una necesidad social insatisfecha—, entonces debemos diseñar experiencias con un fuerte componente de interacción social y de apego, no solo físicas."

La selección humana de conductas perrunas que ahora son problemáticas

La selección natural elimina lo que no funciona. Solo se mantienen los comportamientos adaptativos, aquellos que favorecen al individuo, a la especie y al ecosistema. Pero en el caso de los perros, los humanos intervenimos con la selección artificial. Criamos a los perros por lo que nosotros queríamos, no necesariamente por lo que era mejor para ellos. Por ejemplo, seleccionamos conductas útiles para nuestra supervivencia aunque fuesen arriesgadas para el perro, recuerda Brophy.

El resultado es que tenemos perros con conductas muy intensas, heredadas por selección, que hoy resultan problemáticas en entornos domésticos.

Desde la ciencia del bienestar animal sabemos que si un animal está altamente motivado a realizar una conducta, debemos ofrecerle un canal de expresión seguro y adecuado. Pero con los perros de compañía es más complejo, porque algunas de esas conductas pueden ser peligrosas o incompatibles con la vida moderna.

Hablando, por ejemplo, de los Border Collies, necesitan hacer trabajos de alta intensidad junto con sus humanos. Pero al mismo tiempo, para su salud mental necesitan más “ser perros” y menos “perros pastores”.

Lo que ocurre es que hemos creado verdaderos “adictos a la dopamina”: perros que intentan controlar todo lo que se mueve a su alrededor, lo que a menudo interpretamos como "comportamientos agresivos"cuando están mordiendo tobillos, persiguiendo corredores o ciclistas... En realidad son perros intentando cumplir la función para la que fueron criados, pero sin un contexto que lo sostenga.

Así que la gran pregunta es: ¿cómo les damos oportunidades de expresar esos comportamientos de forma segura y satisfactoria, sin empeorar sus problemas emocionales ni aumentar su intensidad?

 

En el podcast han planteado más debates en torno a la cría responsable e incluso a los efectos indeseados y problemas de bienestar que puede generar el movimiento no kill, el sacrificio cero en las entidades de protección animal.

Igualmente, Brophy también ha charlado largo y tendido con Victoria Stilwell: