Algo faltaba en nuestra casa, dice Amanda, la madre de Joey: sus vidas han cambiado radicalmente desde que adoptaron a Roxy, una gran y bella Pit Bull. Las lágrimas contenidas de Amanda al explicar cómo esta perra ha abierto el corazón de Joey, un chaval con autismo, son contagiosas. ¿Cóm no compartir su emoción al ver lo mucho que los canes hacen por nosotros, los humanos? Su mera presencia, su esencia, tiene la capacidad de transformarnos.
Joey era un niño diferente, poco efusivo, nada cariñoso. Le gustaba hacerlo todo solo. Fue oficialmente diagnosticado con ocho años, tiene síndrome de Asperger.
El cambio que ha significado en su vida el tener a su lado a Roxy, con una belleza de Pit Bull, es a la vez impresionante y enternecedor.
La perra no tiene ningún tipo de educación especial, tan sólo es un can normal, cariñosa e intuitiva.
Además, tal y como cuenta Amanda, ella tenía todo tipo de recelos sobre los Pit Bulls, por la mala fama que arrastran. Con Roxy descubrió la bondad de estos canes.
