Antes y después de Hachiko ha habido muchas emotivas y sorprendentes historias de perros que esperan a sus dueños fielmente y durante muchos días, a veces meses o incluso años. Puede ser en la puerta de un hospital donde -si tienen suerte, como en el caso de Maya- pronto se reencontrarán con su humano favorito o quizá no, la espera de Maya está destinada a ser infructuosa pero al menos no infeliz puesto que ella fue adoptada por los trabajadores del centro. Puede ser ante la puerta de casa o, como Dita, esta chihuahua, en el cementerio.
Por suerte, Dita no está sola. Al contrario, es especialmente querida puesto que ha sido adoptada justamente por la familia de su dueña, por su hija.
Ella sabe lo mucho que su madre quería a esta perra y se ocupa de que Dita pueda venir al cementerio con frecuencia dado que algo, no sabe bien qué, hace que Dita quiera quedarse ahí... junto a esa tumba en particular.