La disfunción cognitiva en los perros o disfunción cognitiva canina (SDC, Síndrome de Disfunción Cognitiva) es una dolencia incurable pero tratable que puede afectar a algunos perros cuando se hacen mayores. Los síntomas son similares a los de las personas que sufren demencia o que tienen Alzheimer, incluyendo las alteraciones del sueño.
Y ahora, científicos de la Universidad Estatal de Carolina del Norte han demostrado que la misma reducción en sueño de ondas lentas que se produce en pacientes con Alzheimer -que es cuando se consolidan los recuerdos- sucede en perros que tienen síndrome de disfunción cognitiva canina.
Las alteraciones en los ritmos del sueño suelen ser uno de los primeros síntomas en las personas con Alzheimer: somnolencia diurna, mostrar agitación o confusión al anochecer, permanecer despierto por más tiempo y despertarse con frecuencia durante la noche. Se cree que esto sucede debido a daños en las áreas del cerebro que regulan el sueño, explican en el blog de Frontiers.
Los pacientes de Alzheimer tienden a pasar menos tiempo tanto en el sueño REM (movimiento ocular rápido), en el que ocurren la mayoría de los sueños, como en el sueño no REM (NREM). Pero muestran la mayor reducción en el llamado sueño de ondas lentas (SWS), una etapa de sueño profundo sin sueños, caracterizada por ondas cerebrales "delta" lentas (0,1 a 3,5 Hz), cuando se consolidan los recuerdos diurnos.
Científicos de la Universidad Estatal de Carolina del Norte han demostrado que la misma reducción en SWS y ondas cerebrales delta ocurre en perros con el equivalente canino de la demencia, el síndrome de disfunción cognitiva canina.Estos perros duermen cada vez menos profundamente. Podéis consultar el estudio completo aquí.
"Nuestro estudio es el primero en evaluar la asociación entre el deterioro cognitivo y el sueño usando polisomnografía, la misma técnica que se usa en los estudios del sueño en personas, en perros mayores", ha explicado en Frontiers la autora principal, la Dra. Natasha Olby, profesora de neurología veterinaria y neurocirugía en la Universidad Estatal de Carolina del Norte.
Olby y sus colegas estudiaron a 28 perros machos y hembras, tanto mestizos como de raza, de entre 10,4 y 16,2 años de edad, lo que corresponde a entre el 81 % y el 106 % de su vida útil promedio, según el tamaño. Se pidió a sus familias que completaran un cuestionario sobre sus compañeros caninos, para calificar la gravedad de los síntomas de la disfunción cognitiva, como desorientación, interacciones sociales deficientes y ensuciar la casa.
Los investigadores también examinaron a los perros en busca de posibles comorbilidades ortopédicas, neurológicas, bioquímicas y fisiológicas. Según los resultados, ocho perros (28,5 %) se clasificaron como normales, mientras que otros ocho (28,5 %), cuatro (14,3 %) y ocho (28,5 %) tenían CCDS leve, moderado o grave, respectivamente.
Posteriormente, los investigadores realizaron una serie de pruebas cognitivas en los perros para medir su atención, memoria de trabajo y control ejecutivo.
Por ejemplo, en la 'tarea de desvío', un perro tenía que recuperar una chuche de un cilindro transparente horizontal accediendo al premio desde cualquiera de los extremos; esta tarea se vuelve más difícil al bloquear su lado preferido, por lo que tienen que mostrar habilidades cognitivas y flexibilidad.
Posteriormente, otra de las científicas involucrada en el estudio, la Dra. Alejandra Mondino, realizó junto a sus colegas estudios de polisomnografía en una habitación tranquila con luz tenue y ruido blanco, en una "clínica del sueño".
A los perros se les permitió echarse una siesta mientras los electrodos medían sus ondas cerebrales, la actividad eléctrica de los músculos y el corazón y los movimientos oculares.
Estas mediciones duraron hasta dos horas, pero se detuvieron si los perros se ponían ansiosos, intentaban salir de la habitación o se quitaban los electrodos.
26 (93%) perros entraron en somnolencia, 24 (86%) entraron en sueño NREM, mientras que 15 (54%) entraron en sueño REM.
Los resultados mostraron que los perros con puntajes más altos de demencia y los perros a los que les fue peor en la tarea de desvío, tardaron más en conciliar el sueño y pasaron menos tiempo durmiendo, y esto fue cierto tanto para el sueño NREM como para el REM.
Los perros con puntajes de memoria más bajos mostraron menos oscilaciones lentas en sus electroencefalogramas durante el sueño REM, lo que indica que durmieron menos profundamente durante esta fase.
"En las personas, las oscilaciones cerebrales lentas son características del SWS y están vinculadas a la actividad del llamado 'sistema glinfático, un sistema de transporte que elimina los productos de desecho de proteínas del líquido cefalorraquídeo', dijo Olby.
"La reducción de las oscilaciones lentas en las personas con Alzheimer y la reducción asociada de la eliminación de estas toxinas se ha relacionado con una peor consolidación de la memoria durante el sueño profundo".
Por el contrario, los perros con peor memoria tenían ondas beta rápidas más pronunciadas, entre 15,75 y 19 Hz. Las fuertes ondas beta son típicas de la vigilia en personas y perros sanos, por lo que no son un fenómeno normal durante el sueño, lo que nuevamente indica que los perros con Síndrome de Disfunción Cognitiva duermen menos profundamente
Los perros a los que les fue peor en la tarea de "mirada sostenida", que mide la capacidad de atención, mostraron un acoplamiento más estrecho en las ondas delta entre los dos hemisferios cerebrales, un resultado que también se ha encontrado en personas con demencia.
Los autores concluyeron que los perros con Síndrome de Disfunción Cognitiva mostraron cambios en el ciclo de sueño y vigilia durante los experimentos que se asemejan a los encontrados en personas con Alzheimer (advierten, eso sí, que se desconoce si estos cambios también ocurren cuando los perros duermen por la noche en lugar de por la tarde).
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