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Visitas veterinarias y bienestar del perro: Por qué permitirle no consentir puede mejorar la cooperación

Luis Souto - Talkan
Visitas veterinarias y bienestar del perro: Por qué permitirle no consentir puede mejorar la cooperación

Última actualización del articulo el día 22/05/2023

Luis Souto es Neuropsicólogo infantil, psicólogo comparado especializado en perros y traductor técnico. Y corresponsable junto a Marga Cladera de Talkan, una escuela a través de la que, además de ayudar a familiar con perro, imparten todo tipo de cursos y seminarios para educadores caninos y profesionales.

Su nuevo curso se centra en un tema realmente interesante, la neurociencia afectiva, (el estudio de los mecanismos cerebrales que subyacen a las emociones y la regulacón de las emociones). Y de ello nos habla en este breve artículo partiendo de una situación real, el paso por el veterinario del perro de Marga tras detectar que tenía una espiga en el oído...

A sus ocho años Tadeo, un vivaz mestizo negro y fuego, sigue disfrutando del campo. Hace unos días corría a toda velocidad entre la tupida vegetación primaveral cuando volvió hacia mí cabeceando y gimiendo; signos inequívocos de que una espiga había entrado en su oído derecho: ¡la tercera en una semana!

En las dos ocasiones previas la veterinaria, armada de paciencia, pinzas y otoscopio, había intentado en balde extraerlas sin anestesia, para finalmente optar por sedarle.

Persistente como pocos, es muy difícil ganarle la batalla de la resignación a Tadeo, ni siquiera asistidos de un ejército de auxiliares veterinarios. Más importante aún, ¿no hay otra forma más humanitaria de ayudar a nuestros perros en estos trances que socavando indefensión aprendida?

Desde luego que sí, a través de los tests de consentimiento. De forma análoga a como el dentista nos invita a levantar la mano para hacer un receso en una molesta intervención, los cuidadores del zoo enseñan a un elefante que cuenta así con autonomía para iniciar y pausar la manicura, que periódicamente deben hacerle con una sierra radial, apoyando o retirando su pata sobre una pelota que los entrenadores utilizan a modo de target.

De esta manera, la incorporación de tests de consentimiento en el marco de comportamientos cooperativos permite reducir el estrés de la intervención y, soslayando el riesgo de abandono por parte de los pacientes, fomenta que éstos participen, de buen grado, al cobrar control y capacidad de predicción sobre una situación potencialmente ansiógena.

¿Acaso nuestros perros, por ser más cooperativos y dóciles, merecen un trato menos respetuoso?

El mismo equilibrio acontece cuando, acogiendo sus reticencias a ingresar en un espacio nuevo, les permitimos rehusar y, tras conceder unos instantes, volvemos a proponer la cooperación como opción.

La curiosidad suele ganar la mano al miedo al ofrecerles el asiento del conductorpues, además, nuestro respaldo tranquilo contribuye a su estabilización a través de un referenciado social competente.

Éstas y otras muchas propuestas prácticas y orgánicas nos ofrece la neurociencia afectiva en ámbitos que van desde la ansiedad por separación, a la ira pasando por la depresión, los miedos, sociales o no, o las fobias a ruidos.

A través de la neurociencia afectiva no sólo podemos entender mejor a nuestros perros y las emociones que subyacen a su comportamiento, sino que también mejoramos la forma en que su vida afectiva se entrelaza con la nuestra.

Porque somos ellos y ellos son nosotros, aprendamos juntos sobre neurociencia afectiva aplicada a la educación canina.

Si queréis saber más sobre la neurociencia afectiva, os dejamos aquí una reciente entrevista a Luis Souto en la que justamente profundiza sobre este tema.

 

Y, como os decíamos, Luis Souto está impartiendo un curso centrado en la Neurociencia Afectiva: para entender de forma profunda cómo las experiencias emocionales inciden sobre la personalidad, desarrollo cerebral y habilidades sociales de un perro.

Información e inscripciones en info@talkan.es

 

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