Es como si el baño fuera el sillón del psicoanalista: ahí, bajo el agua, se revela la perronalidad de muchos canes: los hay que se relajan y lo disfrutan, los hay que ponen cara y orejas pochas de mártires, los hay que se esconden donde haga falta con tal de evitarlo y los hay que... lo soportan, sin más. PD: Aquí podéis consultar algunos consejos básicos para el baño, para que no se convierta en una pesadilla perri-humana.
Tía, por ejemplo, es más de bañarse en fuentes que en la bañera -de hecho, estoy por patentar el Fuenting como deporte perruno de riesgo, por aquello de que aunque ella no lo sabe, realmente está prohibido.
El caso es que Tía es de las que soporta el baño con dignidad y resignación perruna, como podréis ver, posiblemente pensando en el próximo charco en el que se meterá según salgamos por la puerta, me temo yo.
Pocos muestran su felicidad de forma tan evidente como este salchicha, el disfrutólogo number one:
Y en plan rumbosos...
Claro que para canes felices, Arrow ¡si hasta salta ella sola al agua! Y la bañera es como su spa perruno... ahí está, nadando como una campeona, moviendo el rabillo.
Pero el que tiene el premio al más zen es, desde hace mucho, Casper: su vídeo relajado en la bañera ha sido visto ya más de millones de veces, ¡normal!
Claro que pocos baños tan, tan bonitos como estos... los de perros que han sido rescatados de la calle y comienzan así